Empezó la feria de las corridas de a pie en el coso de Cuatro Caminos con una novillada en la que el diestro José Ruiz salió a hombros de la plaza al finalizar el festejo merced a las dos orejas cortadas a un ejemplar de Juan Pedro Domecq, bravo y encastado. El maestro Curro Romero presente en una barrera de la plaza recibió el brindis de este muchacho que lleva muy pocos festejos esta temporada en su esportón y que por ello, tal vez, puso el listón más alto de la cuenta sobre todo para la segunda parte de la corrida, pues los dos novillos lidiados al comienzo con el hierro de Parladé se deshicieron como azucarillos en un vaso de agua a medida que transcurría su lidia.
Tanto el más bregado de los novilleros José Garrido que se fue de vacío pero con la compensación de los aplausos del respetable santanderino, como Fernando rey que abrió plaza y que cortó una oreja al cuarto de la tarde estuvieron en todo momento animosos y entregados a la lidia de sus ejemplares, viendo sobre todo la respuesta del público que casi llenó el coso de la arena negra de Cantabria, cuidado, hermoseado y con un tendido pleno de respuesta popular.
Contentos pueden estar los organizadores por la afición que se da cita en el abono de Santander, llenando los tendidos y aplaudiendo animosos cualquier detalle por nimio que parezca de los toreros ante los toros. Además las peñas ponen una nota de color y música bullanguera, llenando los aires de fiesta, de generosidad, de participación y de respuesta reconocida al merecimiento de los diestros, máxime tratándose de novilleros como los que abrían la feria en lidia ordinaria a pie.
Rey, Garrido y Ruiz Muñoz estuvieron además con ganas, pero no pudieron dar más de sí merced a la sosería de gran parte del encierro de Juan Pedro. Solo un “Duque“, negro mulato y el “versículo” colorado chorreado en tipo de toro, el de mayor edad del encierro, me gustaron en su bravura, raza y acometividad, aunque hubo más sosería y falta de raza que la cualidad fundamental de un toro bravo.
Además lució el sol espléndido al comenzar el paseíllo dando un sentido mayor de belleza a este fantástico y tradicional coso de Santander que empezó su andadura un 25 de julio de 1860 y la banda arrancó el pasodoble como ella sola sabe hacerlo. Lo demás casi ya ha quedado del todo dicho. Y mañana será otro día.
Fotos: J. López
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