Ha llegado el momento de advertir, pensar y proponer por todos cuantos nos consideramos aficionados taurinos, no ya las ideas o mejoras, que está muy bien, para solventar la grave situación por la que atraviesa el mundo de los toros, especialmente tras los últimos acontecimientos sucedidos en el parlamento autonómico de Cataluña, sino adoptar una decisión personal, propia y útil para la pervivencia de la tauromaquia.
Parece como si no estuvieran de moda. Seguramente sea cierto. Sin embargo esto tendría fácil solución, a poco que se lo propusieran en las cadenas de televisión de alcance nacional y retransmitieran las corridas, encierros, toros corridos por las calles, con un mínimo de afición, cariño e interés. Seguramente la tostada cambiaría entre la opinión pública, pues la labor informativa reiterada no deja de ser un extraordinario medio para «arrimar el ascua a la sardina» que convenga.
Como por otro lado de inmediato ello no es posible, aunque algunos proyectos están avanzados y en marcha, cabe ahora aplicar lo más sencillo, lo propio y lo sin duda mejor que podría pasar, haciendo realidad este slogan que se lanza desde la Federación a los aficionados, simpatizantes, amigos y a todos cuantos estén interesados en defender unas tradicionales seculares, un aspecto imborrable de la memoria y una inclinación única e irrepetible hacia el mundo de los toros. Esta propuesta no es otra que la que se concentra en la idea fuerza: «¡¡A LLENAR LAS PLAZAS!!», sean del cariz y de la categoría que sean. Desde la plaza tradicional del pueblo donde se corren los toros y las vaquillas para deleite y regocijo de la afición, hasta la portátil y los grandes cosos taurinos en tarde de feria.
Bien cerca de Valladolid tenemos esos llenos en las plazas de Arévalo, Zamora, Soria, Toro o Santander, demostrando que si se hacen las cosas bien, el público siempre responderá, habrá taquilla, recursos económicos y trabajo para mucha gente. Por eso, para no perder ¡¡A llenar las plazas!!. Ese, creemos, que es un buen argumento.
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