Buena gente y buena acogida en la del Cid la tarde de los Torrestrella de Álvaro Domecq, lidiados por Enrique Ponce, silencio y una oreja tras dos avisos; Morenito de Aranda, oreja y oreja y David Mora, silencio y dos orejas. Los toros, divididos en dos lotes perfectamente diseñados, los tres primeros flojos, sosos y con poca fuerza y los otros tres en el tipo, nobles y bravos. Parece mentira que un mismo encierro esté tan dividido en comportamiento, presencia, cuajo y acometividad. Si los primeros venían anovillados salvados únicamente por la cara, los tres más cuajados y lustrosos entretuvieron la tarde que se iba por derroteros de los cerros de Úbeda e hicieron que la segunda parte del festejo concitara la atención del espectador, pese a estar dándole a las meriendas, impresionantes ágapes donde no faltaba de nada. Y eso lo digo por los compañeros de tendido que nos invitaron a compartir el cacho de cecina, queso de cabra, carne, pimientos, guindillas, chorizo, lomo y jamón y todo regado con una bota de vino fresco y afrutado que entraba por el gaznate con torería y denuedo. Gracias a José Mari y Faustino, Moisés, José, Marina, Marga, Mari y Belén que nos obsequiaron e invitaron graciosamente y la verdad nos pusimos como el chico del esquilador. Gracias, amigos de M. Ramos «fachadas ligeras» del polígono industrial de Villayuda por esa generosa hospitalidad burgalesa al compartir el pan y la sal.
Pero bueno, se ve que sentó bien al estómago tanta variedad de viandas que vimos los tres toros con más alegría de la cuenta. Y vamos a ello que se nos va el tiempo en recordatorios y agradecimientos.
Presidían la corrida la reina de las fiestas de Burgos, Beatriz, a quien acompañaban dos Patricias, Eva y Vanesa, las cuales posaron para mí antes de entrar al coso del Plantío. Luego, poco a poco fueron llegando los blusas, las peñas de Burgos ataviadas con sus trajes, bandas y camisetas de colores, dando una nota alegre y jocosa de ruido y charanga a la corrida en el tendido de la plaza que se llenó en algo más de la mitad de su aforo.
Nada más terminar el paseíllo se hizo entrega en el ruedo al triunfador de la feria del año pasado como mejor toro que recayó en «orgulloso» de Torrestrella, entregado por el Presidente del Colegio de Veterinarios en manos del ganadero Álvaro Domecq.
Si ya decimos arriba que poca historia planteó para el recuerdo la lidia de los tres primeros toros, algo más lo hicieron los tres siguientes: el cuarto, un burraco bonito de 550 kg de romana; el quinto de 535 Kilogramos y el que cerró corrida de 565 kg con un pitón izquierdo buenísimo que aprovechó David Mora para lucirse, estirarse, templar, mandar y torear con gusto entre las ovaciones del público, seguramente ya picado por las orejas cortadas por sus compañeros precedentes.
Enrique Ponce toreó en maestro a este burraco, mimando al toro con ambas manos. Tanto que del tendido salió un vozarrón que le espetó: «Enrique, ¡qué grande eres!» a lo que respondió el diestro con una sonrisa. Se gustó el de Chivas con este Torrestrella que no negó su sangre ni su manera de embestir. Tanto que a poco que se hubiera descuidado, el tercer aviso le habría mandado el toro al corral. Alargó en demasía la faena, pero es que el maestro se encontraba absorto con las embestidas del animal y toreando como sólo él lo hace. Hasta se echó de rodillas en un momento del trasteo. Fue muy aplaudido el toro cuando era arrastrado por los dos percherones del tiro de mulillas, y Ponce paseó triunfal la oreja alrededor del anillo.
Morenito de Aranda brindó uno de sus toros al diestro burgalés ya retirado José Ignacio Ramos y el otro lo hizo al público. Estuvo muy valiente en su lidia, con esfuerzo notable, cruzándose al pitón contrario y dando la distancia al toro que precisaba. Ese quinto le dio un susto cuando trataba de embarcarlo en el muletazo, mandándole al aire y temiendo la concurrencia algún serio percance en el buen torero arandino. Jesús Martínez se sobrepuso y aguantó estoico el dolor del golpetazo hasta que una vez perfilado le recetó al toro una estocada baja que acabó con su vida. Morenito estuvo bien, con una lidia algo inestable en su concepción inicial, pero sabiendo lo que tenía que hacer en cada momento, Cuando Moreno se tranquilice, se sobreponga y no se precipite hasta que el toro no se encuentre cuadrado, vendrán triunfos mucho más rotundos que el tenido hoy en su tierra, digno, sí, pero que podía haber sido mucho mejor.
Y David Mora, el espigado torero que cerró cartel esta tarde haciendo hasta un variado quite tras el cual, sus banderilleros fueron ovacionados y obligados a saludar desmonterados al público por su lidia en el tercio de banderillas fue quien mejor bagaje obtuvo. El toro tenía un pitón izquierdo mucho mejor que el derecho, lo que aprovechó con soltura, arte y emoción David. Temple por arrobas y entrega total en la estocada, ya de por sí merecedora de una oreja. El Presidente sacó casi al unísono los dos pañuelos que señalaron el premio para el torero.
Al final del festejo Morenito y Mora salieron a hombros de la plaza por la puerta grande y Ponce fue despedido con un ovación cariñosa.



En fin, una corrida esta quinta de feria en Burgos con más cosas que contar por el bullicio y la música de charangas entre las peñas, generando un pandemonium de tente y no te menees cuando daban la vuelta al ruedo los diestros y sobre todo una merienda gustosa y alegre de cuchipanda con unos amigos burgaleses a los que nunca olvidaremos. Que ir a los toros también es para pasarlo bien.
Fotos: Luis Miguel R.
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