Muy brava y entretenida la novillada sin caballos vista hoy en el coso del paseo Zorrilla con el triunfo merecido de Tomás Angulo que cortó dos orejas, una a cada uno de los erales que le tocaron en suerte, codiciosos, repetidores, bravos, magníficos de hechuras de la ganadería salmantina de los Hermanos García Jiménez como prácticamente el resto del encierro, aunque el segundo y el tercero se rajaron al final del trasteo.
Esta novillada era la marcada por el empresa como la final del certamen de promoción 2011 y a su cita acudieron tres chavales que quieren ser toreros: Tomás Angulo; Álvaro Sanlúcar y Rodrigo Álvarez Ortega. Ya en el patio de cuadrillas, la tarde espléndida de temperatura y sol señalaba que el festejos tendría lugar con cierta hondura y belleza. Allí pudimos retratar al triunfador junto a su cuadrilla. En esta ocasión formada por Conrado, Suso y Manuel Izquierdo, el tercero en concordia. Los nervios, resoplidos, movimientos, gestos, atragantones delataban a los muchachos por la importancia del acontecimiento al que se les había convocado. Además casi media plaza en los tendidos, llena la sombra en su totalidad prácticamente, y muchos chicos jóvenes que presenciaron este festejo de forma gratuita por decisión de la empresa que permitió con muy buen criterio el acceso sin pagar a todos los chicosy chicas de hasta 21 años.
En la Presidencia Pablo Holguín, asesorado por Ignacio Hernández «chimenea» dirigió la lidia con sabia y tolerante mano. Envió los avisos en su justo momento, uno en el quinto y dos en el sexto de la tarde, justamente porque los novilleros se cansaron a torear, olvidándose del tiempo. Echaron dos reses como cierre del festejo que iban y venían con alegría y prontitud, queriendo comerse la muleta, sin un mal gesto, sin una mala accción, nobles y entregados, acudiendo al quite con galope y transmisión, de manera que sus lidiadores se hartaron de pegar pases.
Anoto la extraordinaria lidia dada por la cuadrilla al que abrió plaza, así como el buen par de banderillas puesto por Mario Campillo al que cerraba festejo, brindado cariñosamente por Álvarez Ortega a Carlos Zúñiga, presente en el callejón, acompañado de su hijo.
Tomás Angulo lidió a «almendrito» que así se llamaba el que abrió plaza, brindándolo al público y recibiendo varios arreones en la lidia. El muchacho, se levantaba del suelo una y otra vez y volvía a citar al animal. Tras la soberana recibida, de padre y muy señor mío, se perfiló a matar y propinó una estocada fulminante, recibiendo también en esta suerte la tarascada del novillo. Los pañuelos se agitaron en el tendido y la oreja cayó en el esportón del muchacho, arrojado y valeroso. Y otra más logró en su segundo, cuarto de la tarde de nombre «»declamador«, al que recibió a porta gayola. En la faena sufrió un puntacito en la axila tras una una fea cogida. Pero el muchacho ni se miró, siguió a lo suyo y tras cuadrar al torete, logró otra estocada fulminante, bien es verdad que algo desprendida, aunque la ejecución fue canónica. El público entregado con él, le pidió la oreja que le fue concedida, garantizándole así la salida por la puerta grande.
Álvaro Sanlúcar es un muchacho que tiene maneras, duende, pellizco, sabe lo que quiere y está más hecho como torero que ninguno de los tres acartelados esta tarde. Cortó una oreja en el segundo de la tarde y en el quinto estuvo lo mejorcito en cuanto a toreo se refiere. El eral iba y venía , repetía extraordinariamente, con una embestida dulce y exquisita. Cuando la espada y un par de golpes de descabello echaron por tierra al animal, el público tributó la ovación más fuerte de la tarde dirigida a ambos, toro y torero. Una merecida oreja para el andaluz. Entonces el pañuelo azul asomó en la balconada presidencial y el tiro de mulillas arrastró entre aplausos del público al ejemplar de los hermanos García Jiménez.
Álvarez Ortega que no había tenido suerte en su primero, rajadito y mansote, recibió los aplausos cariñosos del respetable por su faena. Pero donde estuvo con torería y temple fue con «durazno«, el que cerraba plaza y festejo y que brindó al empresario Zúñiga. Su faena la confeccionó en los medios. Estuvo muy aseado, con esmero en algunas ocasiones, poniendo la muleta y citando en la distancia que pedía el bravo animal.
No estuvo fino con la tizona, pues la estocada algo delantera no logró atronar al novillo, por lo que fue necesario el uso del verduguillo en varias ocasiones y, pese a las indicaciones desde el callejón del diestro Uceda Leal, el muchacho marró más de la cuenta, recibiendo dos avisos. Cuando por fin despenó al ejemplar, los aplausos del público sonaron fuertes y abundantes.
De manera que la novillada del certamen de promoción ha resultado muy entretenida, con unos ejemplares de la localidad salmantina del Cabaco de los Hermanos García Jiménez, bravos, nobles y repetidores y unos chavales con ganas y esfuerzo, especialmente Tomás Angulo que, cuando se acueste esta noche, tendrá en el cuerpo prácticamente a todo el colegio cardenalicio, pero satisfecho por el triunfo logrado que todo lo amortigua, hasta el dolor.
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