Pues sí. La normativa publicada hoy por la que hasta el 31 de enero el aforo en espectáculos al aire libre queda fijado en el 75% de su capacidad, debido todo ello al contagio tan rápido e intenso que produce el virus mutante y que lleva el apelativo de la letra griega ómicron a su identificación, ya es una realidad.
El mundo del toro con las anteriores oleadas se mostró cauto y adoptando medidas barrera para impedir la propagación del mismo, ante el constante incremento de los contagios. Vimos cómo la distancia era primeramente adecuada contando con la separación de espectadores. Al entrar tomaban la temperatura e incluso se hacían test rápidos para determinar si había o no enfermedad. Las empresas, dentro de sus competencias asumían decisiones para garantizar la seguridad del espectáculo.
De tal manera que antes en cualquier cartel de toros se ponía: «Con permiso de la autoridad y si el tiempo no lo impide» se celebrará este festejo, coletilla a la que ahora, y ya llevamos dos años, habría que añadir: » y si la ola vírica lo consiente».
Una paradoja terrible por la que se mueve la sociedad desde aquel fatídico mes de marzo de 2019 cuando se desató en el mundo esta maldición bíblica que tuvo su portal original en China.
Por eso en este 2022 que se avecina, con el fin declarado de Ajalvir por ejemplo, una feria taurina de los comienzos; la realidad de Valdemorillo y los primeros festejos hasta llegar a las fallas de marzo y la feria de abril sevillana con el mayo isidril y la temporada en pueblos y ciudades, habrá que ir paso a paso, sentimiento a sentimiento y momento a momento marcando un paso de marcialidad, decisión e iniciativa.
Bueno pues a ver si este 2022 viene con los trastos toreros desenvueltos. Ese es nuestro deseo.
Fotos: FERMÍN Rodríguez
Grana y Oro resumen de Navidad.
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