Comenzaron las fiestas de la Visitación en Fuentesaúco, una localidad zamorana que tiene al garbanzo como prototipo de producto estrella al conseguirse en este valle de la Guareña una legumbre tersa al paladar al que da la veneración necesaria y cuyo ayuntamiento tiene institucionalizado un premio para novilleros sin caballos. De la novillada puede enterarse el lector en esta misma web del resultado y del triunfo del madrileño Carlos Ochoa, torero que pide a gritos y con buen hacer su entrada en el escalafón de novilleros con caballos. Ochoa estuvo en Fuentesaúco inmenso, pleno, comprometido y con las ganas y determinación necesarias tal y como demostró ante los novillos de Vicente Ruiz a los que desorejó por partida doble, llevándose el premio por unanimidad del Jurado.
Pero hoy nos acercaba a Fuentesaúco otro festejo, en este caso una corrida mixta que tanto andan prodigando por ahí para servir de reclamo y atracción al público. La entrada de tendido de sol 35 euros no era moco de pavo para poder disfrutar del espectáculo que a la postre resultó pobre aunque triunfal, porque los toros lidiados de Orive adolecieron de falta de fuerza y raza, pese a la nobleza en sus embestidas y contribuyeron a que sus matadores, Abellán y Fandi salieran por la puerta grande de la plaza a hombros, tras cortar tres y cuatro orejas respectivamente. Por lo que respecta al rejoneador Manuel Manzanares que abría plaza y festejo, saludos y una oreja fue el balance obtenido por su trasteo a lomos de caballos marcados con el hierro de Pablo Hermoso de Mendoza.
Tanto a Fandi como Abellán les cantaron un fandanguillo desde el tendido mientras toreaban, a cargo de un espontáneo de buena voz, bien es verdad que no demasiado sutil pero sí lo suficientemente clara como para entender lo que decía en esta tarde calurosa donde se llenó un tercio de la monumental plaza de toros a las afueras del pueblo y junto a la ermita del Carmen.
Fandi en su línea atlética y poderosa, entregada, con pases de rodillas, variado con el capote donde no faltó ni lopecinas ni la serpentina de remate, en fin, un colorido inusual jaleado por el escaso público asistente al festejo. Banderilleó a sus dos toros con suficiencia, corriendo y parando la embestida de los bureles de Orive. Luego con la muleta empezó sentado en el estribo su trasteo para sacárselo a los medios y allí instrumentar toda su faena.
Miguel Abellán, algo más elegante esta tarde en su trasteo, doblándose y meciéndose ante la embestida del primero de lidia ordinaria, acompasando la misma y llegando con torería a los tendidos. Dos estocadas ejecutadas en la suerte contraria y un golpe de verduguillo, dieron como resultado que los espectadores exhibieran sus pañuelos, logrando que el Presidente de la corrida atendiera su reclamación.
Al final del festejo, salieron por la puerta grande los dos diestros.












En resumen, una corrida de toros, una más de la muchas que fueron, que no pasará a los anales por su extraordinaria brillantez, pero que entretuvo al tercio escaso de plaza que accedió a su recinto. Y nosotros, con la prisas, nos vinimos sin la talega anual de los garbanzos… Sería por aquello del calor y de pasar página cuanto antes mejor.
Fotos: José FERMÍN Rodríguez.
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