Había una mujer que se llamaba Victoria y se dedicaba a despachar dulces y pasteles en una confitería en el pueblo donde nací. Muchas veces, y así lo recuerdo, cuando dábamos guerra esperando a que llegara el turno de cada chico comprador de chucherías, chicles, polos en verano o galgadas de chúpame la punta, pirulís y barquillos, nos decía para mantenernos tranquilos: «¡Malditos de cocer, estos chicos»!, dando sentido a la palabra «maldito» por aquello de causa de enfado o contrariedad.
Ahora, echando mano de aquella expresión, y precisando que quiero utilizarla para aplicárselo a aquellas personas cuya intención es perjudicar o hacer daño a alguien, me viene al pelo para dedicar este comentario breve a los acomplejados, normalmente políticos de pueblos, provincias y comunidades que están viendo en los toros el coco y lo instrumentan como su peor enemigo, gracias a las algaradas, voces, griterío infecto e interesado, de quienes quieren desterrar la Tauromaquia de la faz de la tierra. Ciertos políticos, actuando para ellos, animalistas convencidos y exhibicionistas modernos de la bondad, como tontos útiles, serán despreciados por unos y otros aunque les pese y traten de hacer encajes de bolillos con sus palabras pero sobre todo con sus acciones, mostrándose adalides del bienestar animal (?). ¡Qué paradojas tiene la vida!. El bienestar animal entendido por un ser humano, aplicando sus derechos solo a los animales que no tienen obligaciones, que no tienen deberes, que cagan y mean donde les place, como si los toros bravos fueran perros y gatos domésticos, amaestrados, en lugar de fieras silvestres hechas para embestir y matar.
El jefe de los socialistas de la actualidad, patrón vencido por el aura de unos minutos en televisión, creyendo que harán de él un ideograma personificado en el mando, el valor y el poder de su Comunidad social, promete y no para que acabará con los toros, sean del sitio que sean y muy especialmente del Toro de la Vega, y se hará luchador incansable del bienestar animal (?), en lugar del de las personas, asociándose incluso con los de las rastras, el todo gratis a costa de los demás, la subvención palmaria y la vida muelle de poco trabajo y pensamiento fugaz. Y todo para desgracia y llanto de tantos y tantos cientos, miles, de militantes y votantes de la idea socialista, taurinos hasta la médula.
Entre nosotros también surgen personas cercanas, conocidas, que no creen en el simbolismo mágico y atractivo que tienen los toros, despreciándolos con las modas actuales, imbuidos por una doctrina perversa, pero que han vivido o viven de ellos indirecta o directamente, como decoradores, pintores, escultores y otros artistas al hacer de su obra pictórica un canto a los toros, cobrando por ello buenos dineros.
En fin, un caso palmario, el cierre de la Escuela taurina de Madrid, la prohibición de festejos en varios sitios de España, el acoso a un pueblo como Tordesillas por grupos animalistas y antitaurinos, la prohibición de uso de animales en circos y representaciones teatrales y las declaraciones como territorios libres de corridas de toros. El método utilizado, persistente, entre la callada por respuesta de la mayoría silenciosa, marca una acomplejada actitud que debe ser superada y mostrar con orgullo el valor y la grandeza de una actividad, la taurina, llena de vida y esperanza, como hacen los jóvenes sin complejos y los convencidos.
PJ dice
Me has recordado con esa frase a una persona muy querida…gracias Jesús por esas palabras. es muy cierto que lo decía cuando se enfadaba