¡Qué poco suelen gustar las despedidas!. Y más en estos tiempos, convulsos y extraños, en los que la barquilla frágil de la Fiesta de toros sigue navegando por ese mar proceloso, duro y complicado en que estamos convirtiendo el entorno y transformando costumbres y anhelos en aras de un globalismo matador.
Hoy se despiden de Salamanca dos figuras del toreo más que significativas: Una curada en sudores y metafísica y la otra en el oropel del triunfo y de la fama: Chaves y El Juli, por poner de ejemplo, hoy cierran su etapa como toreros en la Glorieta de Salamanca. Y tanta tristeza mueve que hasta los ángeles del cielo lloran por verlos marchar y las gotas de lluvia tenues caen cuando ya la uva por Salamanca está más que a punto de vendimia.
La lluvia, el llanto de las nubes por dos toreros que trenzaron paseíllos, haciendo de su vida entrega a la vocación heroica de ser torero, no se quiere perder tampoco este gran día en el que ambos diestros levantan la mano y saludan diciendo adiós al público que les encumbró y quiso.
Domingo López Chaves y Julián López se van, mano a mano, de los toros en la Glorieta de Salamanca, cerrando un capítulo de su vida con vivencias inolvidables que ahora se dedicarán a contar en las charlas alrededor de una lumbre, en una mesa invernal de conferencias y apariciones públicas. Su vida se ha completado como matadores de toros en su amalgama de colores y tenue polvo.
Y nosotros los aficionados les decimos adiós, deseándoles lo mejor y dándoles las gracias por tantos momentos emocionantes y felices que nos hicieron pasar en las soleadas tardes de toros por los ruedos de España.
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