Arévalo está a punto de echar el cierre a las fiestas patronales en honor a San Victorino y hasta ahora se han vivido diversos momentos extraordinarios. Uno de ellos fue la despedida de sus paisanos del banderillero Alberto Hernández, «Botijo», un hombre que ha desarrollado su vida y trabajo por la Tauromaquia, poniendo su capote a disposición de quien lo necesitara en las capeas del pueblo.
El pasado martes, día de gran mercado de ganado de otro tiempo para la capital de la Moraña, se celebró un festejo taurino en su coqueta plaza de toros en la modalidad de novillada con picadores. Allí estuvo entre las cuadrillas actuando el bueno de Alberto Hernández a quien ya los años le han hecho recoger los trastos y cortarse la coleta como subalterno torero.
Merecido homenaje le rindieron sus paisanos en el coso arevalense, entregándole diversos obsequios y regalos por su despedida. Algo que llegó a emocionar al torero cuando recogió los mismos con sus propias manos, dando las gracias a quienes así le reconocían su labor.
«Botijo» deja ya los ruedos y la actividad taurina para vestirse de luces y en su recuerdo siempre figurará Arévalo, su pueblo adoptivo que le acogió y le contrató en sus fiestas. Y en su misma vivencia, en su propia vida, se agolpan los recuerdos, los instantes, los momentos vividos junto a los toreros o novilleros con los que ha trabajado y desarrollado su vocación.
¡Que te vaya bien en la vida, torero!
Fotos: Javier FERNÁNDEZ CISNEROS
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