Ya está mayo florido a las puertas del calendario un año más y en él una conmemoración santera, singular, propia de Valladolid, del Abrojo lagunero y de la Aguilera arandina en la que un fraile francisco sencillo amansó la fuerza de un toro bravo desmandado por esos campos de pan llevar. «San Pedro Regalado, de la Aguilera, préstame tu sombrerillo que el sol me quema» cantaban los hortelanos de mi pueblo el día de esta efeméride y los toreros de Valladolid llevaban a bendecir sus trastos al Santuario en costumbre casi perdida hoy como tantas y tantas que pasan a engrosar la lista y caen en el pozo airón del tiempo que todo lo acaba y todo lo termina.
Pero hoy su jornada es día de celebración. Es momento de toros en Valladolid y es un aspecto grande y emotivo a tener en cuenta en el calendario torero de nuestra tierra. Y por ello se han puesto manos a la obra en la mercantil que regenta la Plaza del Coso del Paseo de Zorrilla donde un equipo en el que Jorge Manrique es la cabeza visible de su gerencia, traen a este escaparate una formidable y atractiva corrida de toros que conmemora la grandeza, la singularidad, el apoyo decidido a la Tauromaquia y a su enganchado espectáculo entre tantos y tantos aficionados como siguen apostando por este juego eterno del hombre con el toro.
Morante de la Puebla, Manzanares y Talavante con los de Núñez del Cuvillo es la corrida que se celebrará, con permiso de la autoridad y si el tiempo no lo impide, el domingo 13 de mayo a partir de las 6,30 de la tarde.
Someter a un toro a cuerpo gentil, como hizo San Pedro Regalado para la historia de Valladolid solo lo tiene como icono una ciudad, la del Pisuerga, con el orgullo y grandeza de hazaña de héroes de tantos y tantos como quiebran, burlan, lancean, paran, templan y mandan al toro bravo cada temporada en calles, plazas y campos, sin importar el riesgo. Y todo pese a que el Ayuntamiento de la capital ignore en su programa, que es el de todos los vallisoletanos no se olvide, este singular festejo taurino. No obstante y pese a tantas dificultades y cortapisas, hay que llenar el tendido de la Plaza como mejor respuesta.
Y ahora, en mayo, cuando aprieta la calor, los trigos encañan y están los campos en flor, llega San Pedro Regalado a Valladolid para hacer de la fiesta de toros el símbolo más importante y destacado de una época de ayer engarzada íntimamente y respetada con los nuevos tiempos actuales, donde hay cabida. Una fiesta de luz y color que fue, que es y seguirá siendo centro de atención de primer orden para una ciudad taurina como Valladolid, aunque algunos políticos aprovechados den una larga cambiada en su vida para obviar lo que es aceptado por muchos, en una imposición, conculcadora de la libertad, que debería ser rechazada con más ganas por los afectados. ¡Que ya está bien tanto desprecio!.
Bienvenido un año más, San Pedro Regalado, patrono de Valladolid y de los TOREROS.
Fotos: José SALVADOR y José FERMÍN Rodríguez
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