Y paseado a hombros en triunfo y salida por la puerta grande de la plaza al final del festejo en compañía de su padrino David Fandila «El Fandi», pues ambos desorejaron por partida doble a sus enemigos en la tarde de hoy en las que el testigo de la ceremonia de alternativa Pedro «El capea» cortó una oreja. Se lidiaron seis ejemplares de San Mateo y San Pelayo, uno de ellos el corrido en último lugar salió como sobrero del titular de Carmen Lorenzo devuelto por cojera ostensible en una de sus patas. Los animales fueron bravos y nobles, con algo más de brusquedad y aspereza el lote de su propietario, el hijo del Niño de la Capea, aunque manejables y encastados en general.
Primero habría que decir que el aspirante a diestro torero, natural del pueblo zamorano de Villamor de los Escuderos recibió su alternativa como matador a las seis y veinticinco en punto de la tarde de manos del Fandi que le cedió el toro «botillero» de 606 kilos de romana, grande, alto y cuajado al que había recibido estirándose con el percal y muy aseado en las chicuelinas del quite tras la vara arriba, en el morrillo, bien colocada, que recibió de su picador.


Alberto brindó a su madre, la cual recogió emocionada y entre lágrimas la montera de su hijo y entre los aplausos de la concurrencia que casi, casi llenó en tres cuartos el coso de la calle de la Amargura, se dispuso a empezar su labor ya como maestro ungido por el «crisma» de la torería. Toreó al animal con cierto temple, especialmente en una serie con la mano izquierda llena de sabor en los medios de la plaza. Colocado, sereno, pausado y tranquilo, queriéndose gustar y dar gusto a una faena que acompañó la banda de música de Zamora, se sucedieron ovaciones y aplausos. Se perfiló para matar, pero pinchó arriba, sin soltar y de nuevo entró como una vela en la suerte suprema logrando la estocada que tiró por tierra al animal. El público sacó los pañuelos y exigió al Presidente de la corrida, en esta ocasión Antonio Boyano a quien asesoraba Pascual Mezquita, las orejas de «botillero», que le fueron concedidas paseándolas orgulloso alrededor del anillo y recibiendo flores, sombreros, abanicos y gorras lanzados por el público.



Vimos al torero con la emoción contenida recoger su montera y lanzar un beso a su madre, a quien dedicó la primera de sus faenas ya como matador de toros.
En el que cerraba plaza un encastado pero afectado de cierta cojera, de nombre «canastito» de Carmen Lorenzo que derribó al caballo del picador Pedro Iturralde, cuando las protestas del público arreciaban para que el Presidente exhibiera el pañuelo verde, con una gritería de mil demonios y en aumento por toda la plaza, fue devuelto a los corrales mostrando el director de lidia David Fandila «El Fandi» una estupenda colocación, efectivo trabajo de colaboración y enchiquerando a punta de capote al cojo devuelto. En su lugar salió un sobrero de San Pelayo de 487 kg de peso que resultó excelente, repetidor, noble y con fuelle. Lo toreó con ambas manos el toricantano pero en el manejo de la espada le arreó un sartenazo, casi golletazo, que acabó con la vida del animal de mala manera, pintándose la decepción en la cara de Alberto y en la de los espectadores que siguieron su faena con interés y atención, especialmente por la bravura del toro.




David Fandila «El Fandi» estuvo espectacular en los dos toros de su lote especialmente con el capote y las banderillas. Dominador, atlético, clavando arriba, corriendo hacia atrás y parando al toro en su loca y ansiosa embestida, tras colocar los garapullos, fue gritado por los espectadores al unísono con los gritos de «torero, torero» en los dos tercios ante «jubilante» y «botijero», dos pavos de 540 y 481 kilos de romana, muy bien presentados, que resultaron nobles y con acometividad. No faltaron los desplantes de rodillas y tirando los trastos, tocando los cuernos, exponiéndose y entregándose en ambas faenas como él sabe hacerlo. Porque David Fandila «El Fandi» es un torero además de valiente, honrado y que da espectáculo, que sintoniza con el público y que sabe en todo momento la lidia que le corresponde dar a su enemigo cornúpeta. Una estocada algo tendida en su primero y otra entera a su segundo, tirándose con fe y arriba, aunque le quedara un punto desprendida, fue suficiente para resultar premiado con la oreja del toro, garantizándose ya la salida a hombros por la puerta grande con merecimiento.
El tercero de la terna Pedro Gutiérrez «El Capea» pechó con el peor lote, un «obrador» de 548 kilos que metía la cara y arrastraba el hocico tras la muleta que le ponía el matador salmantino, pero que adolecía de falta de fuerza. Le vimos al Capea muya valiente, con ganas y entregado queriendo rubricar el buen momento en el que se encuentra. Tanto es así que el segundo de su lote de nombre «culebrito» de 480 kilos se lo brindó a la alcaldesa de Zamora Rosa Valdeón, presente en una barrera de la plaza, pensando que saldría como el resto de sus hermanos. Pero, no fue así. El toro se apagó como una candelica y no repitió la embestida quedándose muy parado en toda la faena de muleta. Contrariado Pedro se perfila y pincha sin soltar por dos veces hasta que logra un extraordinario volapié a la tercera que mandó al desolladero al ejemplar. Una fuerte ovación premió su labor que habría estado justificada con otra oreja siempre y cuando los aceros hubieran estado mejor afilados. Pero en fin, así son las cosas. Pedro fue despedido con una gran ovación a la salida de la plaza.




En resumen una corrida de toros muy entretenida la vista esta tarde en Zamora donde los toros murubeños urquijos del Capea han sido bravos y encastados en general y un chaval de Villamor, Alberto Durán, vestido de blanco y oro, que brindó el toro de la alternativa a su madre, fue merecido triunfador de la tarde. Que tu vuelo siga alto, ¡torero!.
Fotos: José Fermín Rodríguez.
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