El torero de la Fuente de San Esteban con hambre de oficio y trabajo, muy digno, elegante y con estilo ha abierto la puerta grande del recinto cuadrado de la plaza de Mayorga tras cortar tres orejas al lote de la ganadería salmantina de El Pilar, triunfando merecidamente en su mano a mano con el sevillano Manuel Escribano, sustituto esta tarde del anunciado David Fandila «El Fandi». Alejandro Marcos acusó la falta de intervenciones en el uso de los aceros, sobre todo ante el cuarto de la tarde, un bravo y encastado toro de Moisés Fraile. Sin embargo en el primero de su lote, premiado con el pañuelo azul por su bravura, acometividad y nobleza, puso el arte de torear con unos lances embraguetados y chicuelinas al paso que arrancaron las primeras ovaciones en el tendido de la plaza, en un lleno sin apreturas.
Brindó al público el torero salmantino y desde el primer momento se le vio que venía con ganas de agradar al respetable. Estuvo en todo momento muy elegante y fino en su faena por ambos pitones de la res. Hay una serie de naturales de singular belleza y aplomo. Cuadrado el toro, le propina una estocada entera caída, con lo que tarda en doblar el ejemplar, por lo que la Presidencia le envía un recado en forma de aviso. No obstante los pañuelos pidieron los trofeos para el diestro, que le fueron concedidos por partida doble, paseándolos alrededor del rectángulo con sonrisa y agradecimiento.
En su segundo toreó ya con el aplomo y empezó con unos doblones con estilo. Exigente el toro, Marcos estuvo entregado con ambas manos, lidiándolo prácticamente en los medios. El encastado animal, incansable, humillando y arrastrando el hocico por la arena, produjo cierta admiración en los espectadores, reconociendo la raza del animal y el valor y temple del torero. Los aceros no estuvieron en esta ocasión afilados, pinchando antes de alcanzar la estocada entera y tendida que tiró por tierra al de Fraile.
Alejandro Marcos, un torero que merece mayor atención del público por su toreo clásico salmantino, elegante, dulce, entregado, soberbio en ocasiones, salió izado por la puerta grande al atardecer con la sombra augusta del campanario de la Iglesia de Santo Toribio con todo merecimiento y su éxito hubiera sido de antología en el caso de no haber fallado con la espada.
En el anunciado mano a mano el sevillano Manuel Escribano que entró en el festejo en sustitución de el Fandi, quien acreditó parte médico para no acudir a cumplir su contrato, según explicaron por la megafonía, logró una oreja del toro que abrió plaza y fue ovacionado en su segundo justo de fuerza y noble al que le enjaretó dos largas de rodillas y empezó una faena, brindada al público, con ganas y temple. El animal con menos fuelle del que se esperaba a la salida no contribuyó al triunfo del diestro sevillano como antes lo hicieron sus hermanos. Tampoco le ayudó demasiado el que abrió plaza, el más escurrido del encierro, flojo de remos al que banderilleó con soltura. El castaño respondía pero en cuanto le bajaba la mano se caía y se defendía, dando síntoma de escasez de fuerzas. La estocada entera y el cariño del público le hicieron acreedor de la oreja que esta tarde ha cortado en Mayorga.




















En fin. Buena noble y brava corrida de El Pilar esta tarde en Mayorga con dos toros aplaudidos en el arrastre y uno premiado con la vuelta al ruedo y el preámbulo bailaron el Pepe, un grupo de espontáneos golpeando con sus varas un gigantesco bastón mientras la banda de música de Mayorga interpretaba la típica canción.
FICHA DE LA CORRIDA
Mayorga. Lleno en el tendido. Corrida de toros de El Pilar, bien presentados, bravos. El segundo premiado con el pañuelo azul.
Mano a mano entre Manuel Escribano, Oreja y Ovación.
Alejandro Marcos, dos orejas y oreja.
Fotografías: José FERMIN Rodríguez
Silvia dice
“A Chencho un toro, ¡qué vamos a hacer! le rompió la capa en el redondel, le rompió la cara y nosotros también».
Así es:
Chencho se descuida va la vaca eh! Le jodido la cara y el redondel