Nos envía a la Redacción un comunicado el torero salmantino Alejandro Marcos en el que explica la ruptura con su hasta ahora apoderado el diestro Jorge Manrique. En él hace hincapié en que solo cuatro corridas de toros han sido en las que ha participado el buen torero de la Fuente de San Esteban y que las «expectativas no se han cumplido y hay que tomar otro camino«.
Pensando ya en la próxima temporada, Alejandro Marcos sigue manteniendo una buena relación con quien representó sus intereses en esta a punto de terminar. Al menos así lo expresa en dicho comunicado.
Por la esperanza y la alegría que suscitó en su momento en los círculos taurinos de Valladolid en donde Jorge Manrique es conocido y que además es el gerente de la plaza de toros de Valladolid, tan solo decir al respecto que ambos son buenos amigos de esta casa y personales de quien esto escribe, y aunque como dice el dicho: «Entre hijos, padres y hermanos, que nadie meta la mano» en lugar de obviar cualquier comentario y dejarlo ir como tantas y tantas noticias de apoderamientos, idas y venidas, adioses y recepciones, me voy y me quedo, sí quiero dejar un comentario personal en todo cuanto significa el apoderamiento de un profesional.
Hoy día se busca el triunfo enseguida, sin esperas, que llegue el éxito, la fama y el dinero tanto en el mundo deportivo, como en el taurino, como en el político, como en tantos órdenes de la vida. La inmediatez de la cosecha, y que esta sea óptima e inmejorable para los interesados. Ya dicen también que la ocasión la pintan calva y que cada uno intenta agarrarse a su cabellera trasera cuando todos saben que es calva.
Solo el esfuerzo de cada día, el trabajo constante, callado, sincero y dedicado es lo que a la larga puede dar el resultado que se busca en aras de la confianza y sinceridad mutuas entre personas que nunca deben faltar.
Todos los apoderados de los matadores, unos más importantes que otros, unos con más predicamento y solera en su gestión, otro con voluntad y arrojo, han llevado las figuras de los toreros a la raíz profunda de su vocación, al éxito o al fracaso, pero siempre con la mente puesta en quien lleva su alter ego, su representación, su otra mitad.
Creo que ser apoderado de un torero, y hoy más que nunca, es la tarea más complicada y difícil con que un individuo puede encontrarse en esta profesión de riesgo y ventura.
A Jorge Manrique, el torero de Valladolid, y a Alejandro Marcos, el diestro de Salamanca, a quienes aprecio sinceramente les deseo los mejores éxitos en su actividad una vez rotos los vínculos con los que se unieron un día a la misma puerta de donde estuvo el Museo del toro de Valladolid. Por eso, que nadie discuta la valía de ambos. ¡Suerte, amigos!
Foto: Archivo FTValladolid/PABLO ALONSO
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