Y de nuevo el gallo «monchito» en la plaza para premiar la primera de las orejas que cortó Álvaro García al tercero de la tarde volvió a cacarear con su vistoso plumaje, en una buena tarde de toros en la tercera de Madrid, allá en San Sebastián de los Reyes, cuna de este joven novillero que va afianzando su templanza, su manera de ponerse ante la cara del utrero y su deseo de ser torero.
La tarde en San Sebastián de los Reyes en la que Álvaro García se encerraba en solitario con seis ejemplares de distintas ganaderías en un festejo a beneficio del comedor social del Cristo de los Remedios de la localidad madrileña invitaba a acercarnos para ver la evolución de un muchacho a quien vimos empezar en esta difícil profesión y a quien apreciamos sinceramente. Buen tiempo soleado, con unas suaves rachitas de viento que no impidieron no ya el triunfo del torero que salió por la puerta grande, sino el acogedor graderío de sus paisanos en esta plaza madrileña de la «Pamplona chica».
Se han lidiado seis novillos toros de diferentes ganaderías con el siguiente resultado que en ficha damos a los lectores:
«Elegido» de Pérez Tabernero, bronco y con poca fuerza. «Arroyito» de Ignacio Sayalero, rajado. «Quedado» de Antonio López Gibaja, bravo y encastado que derribó el caballo y empujó con riñones y estilo. «Simpatía» de Miguelín, bravo y noble, con fuerza justa. «Almania» de Sayalero Monje, bravo, aplaudido en el arrastre y «Lagrimón» de Fernando Peña, noble y bravo pero sin fuelle ni fuerza. Todos ellos para el novillero Álvaro García que obtuvo: Silencio tras aviso; Ovación y saludos desde el tercio tras aviso; oreja; oreja; dos orejas y ovación tras aviso en el que cerraba festejo.
La puerta grande de Sanse se abrió merecidamente para Álvaro García porque tras un comienzo algo titubeante fue in crescendo la lidia hasta enseñar a los espectadores la raza, las ganas y el deseo mostrados para ofrecer momentos, e instantes de apogeo especialmente en la parte central de la novillada ante los mejores novillos corridos en tercer, cuarto y quinto lugar, donde la contrariedad de verse por los suelos en dos momentos puntuales produjo el milagro de la superación, la afloración de las ganas y el sentimiento mejor entendido para torear con el chispazo de novillero. Aunque el toro que derribó al picador con estrépito mostró su raza, su bravura y su acometividad mientras le duró el fuelle pues se dañó una de las manos en un agujero infame del ruedo, quebrándole en la lidia. Aquí Álvaro empezó su faena agarrado a la contera de la barrera, citando al hilo de las tablas, para salirse al medio con el burel e instrumentarle la faena pensada. Una estocada entera y la primera oreja caería en su esportón.
De los dos primeros solo reseñar que tuvo dos circulares buenos entre otros menos templados, y una estocada fea que hizo guardia en el novillote de Pérez Tabernero que había brindado al público, silenciándose su labor. Brindó a los espectadores también el rajadito segundo y puso voluntad en su trasteo, poderoso por abajo y rematado con la estocada entera y golpe de descabello.
Por tanto lo mejorcito de la tarde estuvo en el centro de la corrida pues se vio a un Álvaro con voluntad, templando y cruzándose al pitón contrario con ambas manos, dando los espacios justos, tranquilo sin apresuramiento, haciendo las cosas muy dignamente y logrando la estocada que tiró por tierra y envió al desolladero a sus enemigos.
Incluso estuvo en compañero al permitir que el sobresaliente Javier Berjillo diera una serie con el capote al que cerraba festejo, un novillo bien presentado de Fernando Peña que podía haber sido la guinda del pastel esta tarde de haber tenido un poco más de fuerza.
Hoy en su pueblo, Álvaro García ha sido profeta, siendo acompañado en su triunfal vuelta al ruedo por una abundante chiquillada y saliendo izado por la puerta grande de la plaza entre los aplausos de sus convecinos y espectadores. Su concepto de toreo serio, entregado, templado, de voluntad y raza ha quedado patente en este coso de la tercera madrileña que registró una buena entrada en sus tendidos. De ello nos alegramos de corazón porque no en balde le vimos empezar en esta vocación que se ha marcado el pupilo del vallisoletano Santiago Garay.
REPORTAJE GRÁFICO: José FERMÍN Rodríguez
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