La rejoneadora portuguesa, suave y colocando los garapuyos arriba, sin apenas estridencias, toreando con oficio y decisión a lomos de sus cabalgaduras y dedicando al público su mejor sonrisa, ha sido capaz de abrir la puerta grande de Íscar esta tarde en la última corrida de su feria agosteña, al desorejar por partida doble al tercero de la tarde y lograr una más en el que cerraba plaza y festejo, saliendo a hombros de la plaza pinariega y erigiéndose así en la triunfadora de la tarde con merecimiento por esfuerzo y entrega con un rejoneo canónico, pleno de vitalidad. Y eso que los toros de Pablo Mayoral Martín han manseado más de la cuenta durante toda la tarde, especialmente el primero, segundo y cuarto buscando el abrigo de las tablas y acusando sin duda alguna el encierro del día anterior. Los toros, con romana, cuajados y bien presentados trajeron a mal traer a la terna de rejoneadores que esta tarde se dio cita en Íscar.
Tanto Martín Burgos como Leonardo Hernández tuvieron un lote dechado de defectos que hacían menos llevadero el espectáculo y hacían decaer las ganas de los rejoneadores. Leonardo con el que abrió plaza acabó disgustado y con cara de pocos amigos en el callejón, cuando acabó con su vida. Y Martín Burgos que abrió plaza, ante un toraco de Mayoral que rehuyó siempre la pelea con el caballo aunque humillaba ante el capote del subalterno, Martín lo enceló y templó en banderillas a una mano clavando al estribo con galanura. Dos piruetas en la cara muy aplaudidas pero con el de muerte, un pinchazo y rejonazo caído y trasero además de un aviso antes del descabello, hizo silenciar su labor. Con el cuarto con el mismo comportamiento de sus hermanos. Manseó y buscó la huida. Otra prenda para el lucimiento. Martín Burgos saca lo que el toro no tenía y haciéndolo con estilo y dignidad profesional. Espectacular colocando un par a dos manos.
Leonardo Hernández falló con el acero una buena faena con monta de alta escuela. Lo intentó con un manso de libro que acusa el encierro. Arriesgó en banderillas porque el toro lo esperaba. El rejoneador, con ganas y superando la dificultad del morlaco logró un rejón entero y otro segundo muy efectivo. Ante el quinto, Leonardo anduvo toreando entregado. Un quiebro fenomenal, ajustado, de dentro a afuera, precedió a la colocación a una mano de la banderilla haciéndolo casi todo, lo mejor de toda la tarde. Estuvo muy bien con las cortas. Y colocó rosa sin permiso de la Presidencia aunque para disculpa del caballero rejoneador, la estupenda faena realizada, sacándose la espina del imposible primero de su lote. Pero ay, con el rejón de muerte hubo de echar pie a tierra para descabellar y aquello fue el acabose fallando reiteradamente con el descabello y perdiendo un triunfo que tenía más que ganado.
Ana Rita colocó dos rejones de castigo al tercero, un toro con toda la barba pero que no se entregaba sino que manseó más de la cuenta. La portuguesa intentó agradar esquivando los arreones del manso de Mayoral. Hubo un momento de explosividad a cargo de la amazona portuguesa, que venía vestida a la federica, al clavar al violín y arriba con las cortas, consiguiendo la admiración y el reconocimiento del público. Rejón de muerte en todo lo alto y dos orejas merecidas para su esportón, completadas con una más cortada al que cerraba festejo. Salió a hombros de la plaza entre los aplausos de la concurrencia.
Ana Rita la hemos visto en sazón, mucho más hecha que en otras ocasiones, asentada, serena, sabiendo bien qué hacer en cada momento y superando la dificultad de su lote, los dos ejemplares de Mayoral con algo más de movimiento.
Lástima que los toros no hayan sido repetidores y bravos para el caballo, acusando demasiado las querencias y las puertas del encierro. No hay más que ver los zurridos que dieron por la zona quebrando las fuertes tablas de la barrera.
Y a la banda de música de Íscar, ovación y saludos por sus interpretaciones sonoras del pasodoble.
PLAZA DE TOROS DE ÍSCAR. Última de la feria. Media plaza escasa.
6 toros de Pablo Mayoral, mansos y broncos en general para
Martín Burgos, silencio y silencio.
Leonardo Hernández, silencio y aplausos.
Ana Rita, dos orejas y oreja.
Fotos: José FERMÍN Rodríguez
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