Acabada la feria de este año que con tanto esfuerzo y dedicación ha sido puesta en el escaparate del público, aficionados y seguidores, por parte de Eventauro, equipo que preside con tino y valor David Hebrero, llega el momento de contar relajadamente alguno de los aspectos más singulares con que hemos topado en el día a día.
El primero de ellos, la afición zamorana más dada a la asistencia a su plaza de toros para suertes y saraos de cualquier tipo que a entregarse a la causa torera, porque este público es, sin duda, más torista que apasionada por diestros y matadores. Bien es verdad que sabe agradecer y con creces el esfuerzo que se hace en el albero. Y así cuando los toreros salen entregados como hizo Sánchez Vara el día en que le cogió el toro, rompiéndole varias costillas y magullándole el cuerpo entero, aplaude, reconoce y vitorea el arte de torear y su valor.
Las peñas han dado una nota de colorido singular a la feria: Muchas camisetas de colores y uniformidad en la juerga y diversión han tenido su momento de protagonismo en el graderío de la histórica y vejestoria plaza de la calle de la Amargura. Se ha bailado, cantado y soplado de lo lindo, porque ya se sabe que donde hay mozos hay alegría y han reconocido la labor de un torero enfrentándose a un toro bravo para crear arte y emoción plástica: Han jaleado a Padilla por su pasión; a Sánchez Vara, por su valor; a Javier Castaño, por su toreo sentido; a Leandro por su estética y armonía; hasta a Pablo Hermoso le regalaron un galgo… Ya se sabe que en el fondo el público de Zamora es entregado y agradecido.
Las instalaciones de la plaza siguen en lamentable estado de conservación. Pilotes del anillo prácticamente reventados y atadas tablas y traveseras incluso con alambres para que no se caigan al suelo. Los corrales, desconchados, dando una sensación de triste abandono y poca profesionalidad por la conservación de chiqueros, corraletas y recintos.
La báscula medio averiada, pues no marca adecuadamente el peso, con un índice de error importante que supera el mínimo que podría tolerarse en una pesada máxima y mínima hecha con prácticamente la mejor técnica del momento.
El patio de caballos y el callejón superpoblado en los días importantes y desangelado en aquellos otros momentos que el tirón de la corrida no es el mismo. El orden y vigilancia del responsable del callejón, a cargo en Zamora de la policía municipal, el serio y responsable aficionado Zúñiga; el equipo veterinario más dado a la intransigencia y aplicación estricta de la reglamentación, rechazando toros que podrían haber sido lidiados perfectamente bajo el cobijo de la categoría de la plaza, haciendo suyo el dicho de la «burra grande, ande o no ande».
Sin embargo, como el caballo de la cuadra de picar del día del patrón de Zamora que fue utilizado y reutilizado para ejercer la suerte y que movía el belfo alternativamente, dando la sensación de ir «hablando» con sus jinetes, despertaba cierta hilaridad jocosa en más de un chusco comentario hecho al efecto para interpretar el habla apresurada y nerviosa del equino.
La fiesta de los toros acercada a los niños es una buena medida adoptada por la empresa y su gerente Abraham Corpas en Zamora, entreteniéndoles con las toras, regalándoles un pañuelo y haciendo las delicias de chicos y grandes con el espectáculo del grupo de los enanitos toreros y su director Popeye.
Al final la cuenta de resultados quita o da razones para continuar en la brecha, porque se mire como se mire, la empresa organizadora no lo hace únicamente para entretener gratis et amore al personal, sino para ganar un euro. En Zamora, Cipri, David, Alberto, Abraham, Charo, Pedro y cuantos trabajan con Eventauro para ofrecer su programación han hecho su trabajo con honradez, con profesionalidad, con entrega y con afición desmedida por algo que ellos mismos llevan también profundamente en su vida, los toros.
Ha llegado su fin, la feria ha terminado. La Plaza de Zamora cierra sus puertas hasta el año que viene y, mientras tanto, seguirá envejeciendo, ¡ay!, decrépita, sola y triste como la canción de Fonseca. Por nuestra parte, sinceras gracias a cuantos la han hecho posible.
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