El novillero mejicano Angelino de Arriaga ha sido el triunfador de la novillada celebrada esta tarde en Olmedo con motivo de las fiestas patronales en honor a San Miguel y San Jerónimo, tras cortar dos orejas, una a cada novillo de su lote. Sus compañeros de terna también tocaron pelo. Así, tanto Esaú Fernández, silencio y una oreja, como el colombiano Juan Duque, silencio y oreja, fueron parejos en todo.
Se lidió una señora novillada de Paco Madrazo de la Vadima. Novillos toros bien presentados en la línea Santa Coloma coquilla y tres del mismo encaste, gracilianos, que resultaron nobles aunque escasos de fuerza por lo general, padeciendo cierta flojera de remos en varios momentos de la lidia. Sin embargo tres de ellos fueron aplaudidos en el arrastre por el público que en casi tres partes de entrada se dio cita en el histórico y acogedor coso taurino de Olmedo.
Tiempo excepcional y expectación por ver las reses de Paco Madrazo que siempre han obtenido notable éxito en Olmedo. Hoy han estado así, así, como suele decirse, pues hubo de todo como en botica: Los lidiados en primer y cuarto lugar, los mejores, metiendo bien la cara en los engaños, humillando y embistiendo con codicia. Otros dos, segundo y tercero, mansos y los lidiados en quinto y sexto lugar, dos pavos de aúpa, toros con cara, trapío y presencia.
Como me decía Paco Madrazo al final de la corrida, hoy ha habido de todo, aunque el encierro no ha resultado tan redondo como en otras ocasiones.
Y vamos con los diestros toreros y sus faenas.
En primer lugar mencionar la estupenda lidia de las cuadrillas tanto de Angelino Arriaga como de Juan Duque: Por allí estaban de luces, Mario Campillo que estuvo fenomenal en la brega con el capote; Jesús Herrero, insuperable, asentado y serio en los suyos. También su padre Ramiro con habilidad en las banderillas y el trasteo y Suso, muy entregado en su ayuda. De los picadores, bien Rafael Agudo, el de Raso de Portillo, en el primero clavando en el sitio y con estilo la puya.
De la novillada de Olmedo sin duda alguna lo mejor lo hizo Angelino de Arriaga, aunque con el estoque y descabello no anduvo tan fino como con la franela, pues pese al fallo en demasía con el descabello, logró cortar una oreja por su faena meritoria, con estilo, asentada, seria y con gusto. Me gustó más en el primero al que, tras los lances de recibo, le enjaretó unos pases de plasticidad y belleza, con poderío y además cuidando al toro en su justa medida para limar las pocas fuerzas de la res. Los adornos por bajo finales de la faena tuvieron enjundia y belleza por arrobas. Le recetó una estocada algo tendida y un golpe de descabello mandó al desolladero al novillo.
En su segundo, un serio ejemplar de Madrazo, que brindó al público y que estuvo muy bien lidiado por la cuadrilla, Angelino se esforzó en una buena faena, aseada y cuidando al animal, con actitud valiente y entregada en lo que hacía, llegando a descalzarse para asentar mejor los pies en la arena. Otra oreja, tras la estocada y varios golpes de descabello, con la desesperación evidente en el mismo muchacho, le hicieron acreedor de una oreja del animal que paseó orgulloso por el anillo.
Esaú Fernández, el segundo diestro estuvo entregado en el pavo que le tocó en quinto lugar. Un toraco, aplaudido por el público, cuando, soltado por el torilero, apareció en el ruedo, desafiante y engallando la testuz. Luego se vio que adolecía de fuerza como el resto de sus hermanos. Recetó una buena estocada, tirándose arriba y aunque el puntillero diera alguna nota de sainete al no acertar con el atronamiento del novillo, los ánimos no se enfriaron y pidieron la oreja del animal que le fue concedida. En su segundo, bronco, que se dolió en banderillas, cortaba por el pitón derecho y a poco que se hubiera empleado más, a buen seguro que estaríamos hablando de un percance excesivamente serio. El toro se le coló a mitad del derechazo en dos ocasiones, desarmándole, pero salió indemne del encuentro. Esaú Fernández cumplió con su lote.
Por último Juan Duque, el colombiano que apodera Jorge Castro Luguillano, quien recibió el brindis de su torero en el tercero de la tarde para entregarse al público en el que cerraba plaza y novillada. Muy desacertado con la espada en el primero y faena poco tranquila en cuanto a piernas se refiere. Sin embargo en el sexto estuvo mejor, más entregado y toreando a media altura para evitar la caída del animal, que llevaba la cara alta. Mayor temple en esta faena que el exhibido en el otro. Una estocada tirándose arriba, en corto y por derecho, le hizo merecedor de la oreja.
En resumen, buen público el de Olmedo, correcto, animoso y una estupenda banda de música que, sabiamente dirigida, amenizó la entretenida tarde de toros en el coso donde la Soterraña es venerada por su pueblo que sigue en fiestas hasta el próximo domingo y que celebrará una corrida del arte del rejoneo el sábado a las cinco y media de la tarde.
(Fotos: Miguel de Castro)
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