Andan los tiempos revueltos con empresarios taurinos que van y vienen acompañando a toreros de allá para acá, llevando sus asuntos e intentando mejorar la cuenta de resultados de ambos. En ese mundo aparece el vallisoletano Carlos Zúñiga, el viejo, como se decía antes en los antiguos escritos y documentos históricos cuando eran dos con el mismo nombre, normalmente padre e hijo, y para distinguirlos de sus actuaciones.
Ante todo me alegra sobremanera la recuperación total de su persona y que los servicios de cardiología hayan restañado la dolencia de una angina de pecho sufrida por el batallador y viejo empresario taurino vallisoletano recientemente que le han tenido hospitalizado durante nueve días en el lecho del dolor de un centro hospitalario. Carlos Zúñiga ha sido reparado en su dolencia y restañada la misma con los stent coronarios en sus venas y arterias dañadas.
Cuando he hablado con él preguntándole por su estado y él, amigablemente, me explicaba cuanto había pasado y sucedido, siempre con su voz característica de un taurino cabal, de otro tiempo, de llevar los asuntos como se hacía antes, con algo más de romanticismo que con la mirada plena en la cuenta de resultados actual, me emocionaba y alegraba profundamente por el buen estado de salud y su recuperación.
Carlos Zúñiga, tras su restablecimiento de la dolencia sufrida, un susto y anuncio de las contrariedades de la existencia, está ya en marcha de nuevo y preparando aquellas cuestiones que le absorben su vida y su trabajo. Y por ello abrazando de nuevo la vida, el día a día, dejando a un lado lo que no tiene casi ninguna importancia y abrazando aquello que merece la pena. Por eso, en su amistad me honro desde que lo conocí y doy gracias a Dios por su magnífica recuperación. Este empresario taurino vallisoletano en sus años de madurez vuelve a estar en plena forma y ello es motivo de alegría. Mucho ánimo y ventura, amigo.
Foto: José FERMÍN Rodríguez
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