No pasará a ser reflejada en los anales de la espectacularidad la corrida de esta tarde, con motivo de la apertura de la feria vallisoletana, tras contemplar el desarrollo de la misma y el escaso seguimiento de espectadores, pues tan solo un tercio del aforo del tendido fue ocupado por el público. Muy anodina, vacía, sin sustancia la primera parte de la corrida, mejoró algo más en los tres últimos toros de Torrehandilla y Torreherberos lidiados hoy por Juan José Padilla, silencio y oreja; Antonio Ferrera, silencio y dos orejas tras aviso; y José Garrido, oreja y aplausos tras aviso. El tercer toro de la tarde de la ganadería titular fue devuelto por el pañuelo verde exhibido por el Presidente del festejo, Manuel Gutiérrez y una vez apuntillado en el ruedo, ante la imposibilidad de introducirlo en toriles, le sustituyó uno de Fernando Sampedro, al que Garrido desorejó.
Los toros de Torrehandilla, excelentemente presentados, cuajados, con trapío especialmente el último de la tarde y primero de la noche, pues se lidió a la luz de los focos de la plaza, fueron nobles aunque bajos de casta, fuerza y acometividad. El mejor del encierro fue «caribeño», bravo y noble, aplaudido en el arrastre, lidiado en quinto lugar, por aquello de no hay quinto malo, al que Ferrera le hizo lo mejor visto esta tarde. Una faena de temple y lentitud, con recursos, bien lograda y construida con una serie de naturales citando de frente, de verdad, metiéndose al toro en su canasto de temple y madurez torera. Pinchó sin soltar y recibió un aviso del usía. Perfilado de nuevo logró una estocada entera que fulminó al animal y los pañuelos tremolaron pidiendo la oreja a este torero maduro, entregado, cabal, con sentido de la lidia canónica.
Abrió plaza el pirata Padilla al «iniciado» de Torrehandilla recibiéndolo con dos largas de rodillas en el tercio y pareó ofreciendo a su compañero Ferrera los palitroques. Solo voluntad derrochada por el de Jerez ante un toro flojo y rajado, pitado en el arrastre. Pero en el cuarto anduvo con más ganas y entrega, brindando la faena que comenzó de rodillas al respetable. Valiente, ganándose el jornal, citó al toro de rodillas al hilo de las tablas y lo fue sacando a las afueras con poder, raza y entrega. Ahí propinó series breves con templanza al reservón toro «jaranero«, un colorado de Torrehandilla. Al final de la faena tiró los trastos, se echó de hinojos y ofreció el pecho al toro en un desplante muy ovacionado. Perfilado, pinchó sin soltar y logró una entera recibiendo una oreja que paseó alrededor del anillo con una bandera pirata, esa que pone: «illa, illa, Padilla maravilla«. Tras tomar la bandera de manos de su cuadrilla, entregó la oreja a uno de los hijos de Juan García Tejedor, ese ángel rubio salado y aficionado que me dicen que quiere ser torero.
José Garrido entró en la corrida para sustituir a El Fandi, resentido de su lesión. Y el pacense estuvo con el sobrero muy aseado, citando de largo y diciéndole al toro: «¡Mírame, mírame!», sacando pases donde casi no los había y exprimiendo a la res como un limón. El diestro estuvo muy por encima del toro en su faena, al que despachó de una entera y logrando cortar una oreja, la primera que se cortaba en esta feria que había empezado con solemne aburrimiento.
Ante el sexto, un torazo con trapío y arboladura, anduvo Garrido muy torero, intentado ganarse al público, pero los cabezazos molestos del toro, escaso de fuerza, no permitieron continuidad en su faena. Terminó arrimado en las tablas y allí colocó una media que bastó para acabar con el ejemplar y hacer que los escasos espectadores que han poblado los tendidos esta tarde desfilaran haciendo fú como el gato, tres horas de reloj después de empezada la corrida en la que nos pusieron una nota dulce y amable las pastas del obrador tordesillano de Tomasín y de Ana a la cuadrilla de plumillas de los medios de comunicación.
Fotografías: José FERMÍN Rodríguez.
Jesús Valencia dice
Las ferias del Norte de España siempre se han caracterizado por ser exponentes del toro serio y (dicen) que por ser donde «los dineros» llenan los bolsillos de los toreros, pero ahora resulta que falta mucho público y la cosa ya no parece estar tan clara. ¿QUÉ PASA?