Y además saliendo merecidamente por la puerta grande de la plaza, gracias a las tres orejas que cortó a los ejemplares de Peralta que se lidiaron en la tarde de hoy; dos de ellas al bautizado como «escandaloso» corrido en quinto lugar (Ya dice el dicho que no hay quinto malo) de pellejo tostado y chorreado, con hechuras Contreras, que fue sometido por el diestro con pundonor, oficio, entrega y profesionalidad, en torero vaya, que aunque Ferrera sea bajo en estatura sin embargo su corazón de conocimientos y ganas de agradar no le cabe en el pecho. Ya le había puesto tres pares de banderillas muy buenos, uno de ellos haciendo las zalamerías propias para acercarse a la cara del toro para colocar el par que fue muy aplaudido por el respetable de Íscar que llenó algo más de media plaza.
Antonio Ferrera ha sido, sin duda alguna, el triunfador de la tarde y seguramente de la Feria de Íscar, practicando un toreo valiente, entregado, pisando los terrenos del toro, exponiendo los alamares y los muslos y sabiendo en todo momento el comportamiento de las reses, éstas de Peralta lidiadas hoy que han estado bien presentadas y nobles, pero que adolecieron de falta de fuerza. El dueño de la ganadería, el centauro Ángel Peralta siguió la corrida desde un burladero del callejón y recibió el brindis del toro que a la postre fue el mejor del encierro con diferencia, contestando a las palabras cariñosas del matador con muestras de afecto, gracias y ánimo al torero extremeño, aunque naciera en Ibiza.
Pechó Ferrera con el castaño «fogonero» y el citado «escandaloso«, chorreado, con caja que entró en la muleta del diestro pese a sus ramalazos protestones. Pese a recibir un aviso, la estocada en lo alto acabó con la vida del animal, trayendo el delirio y el regocijo a los tendidos de Íscar, casi toda la tarde algo apagados, tal vez porque se vislumbra ya el final de la feria 2010.
En la terna de hoy abría plaza el torero jerezano Juan José Padilla, al que vimos algo pasado de forma, con kilos en las caderas que hacían al traje casi reventar por sus costuras. No obstante, Juan José siempre entregado y buscando la aquiescencia del tendido de la solanera llegó a cortar una oreja al cuarto de la tarde por una faena que empezó de rodillas y acabó con desplantes temerarios ante el toro «greñudo«, castaño y parado, sin entregarse nunca al diestro. En este toro incluso le dio un quite por faroles, con poca luz la verdad, pero que buscando la variedad echaba sus deseos de agradar a una actitud desangelada, demasiado forzada, ciertamente.
De todos modos, un respeto, porque puso tres pares de banderillas a la res, uno de ellos el tercero, de dentro afuera verdaderamente brillante, entregado, en todo lo alto. Tampoco anduvo mal en la estocada propinada al que cortó la oreja, pero sobraba la regañina a sus subalternos por intentar que doblara el animal. Poca petición del público, pero fue considerado suficiente por el Presidente Casares, asesorado por Cachichi, y la oreja cayó en el esportón de Padilla.
Y por último cerraba terna, corrida y feria Joselillo que hubo de pechar con el peor lote torista con diferencia. El «zaque«, un burraco terciado, escurrido pero bien armado por delante y el «morisqueto«, chorreado, no ayudaron al lucimiento del diestro, pese a intentarlo. A su primero lo recibió incluso de rodillas, pero al achuchar el toro hubo de sacárselo afuera, donde mostró más dificultades por lo mansito que resultó el animal.
Y al que cerraba plaza, pese a rebrincar en cada pase de muleta, Joselillo intentó poner química entre ambos contendientes, pero la fórmula no funcionó, pese al esfuerzo derrochado. El torero expuso sin duda alguna su integridad ante el flojo y bizco de cuerna toro, y fue ovacionado por el respetable, pero tras perfilarse para entrar a matar, se le va la mano y el estoque envasado hasta la bola hace guardia en la barriga del animal, lo que afea y es rechazado por el público. El sartenazo sin embargo fue más que suficiente para que el tiro de mulillas entrara en acción y se llevara al desolladero a este ejemplar de Peralta que, como sus hermanos, aunque bien presentados, adolecieron de falta de fuelle y fuerza.
Aplausos cariñosos despidieron al diestro vallisoletano.
Y además la Banda Municipal de la Plaza interpretó en este último toro la jota de Íscar como final de una feria taurina muy digna, aceptable en líneas generales y bien compuesta, donde el empresario Simón Caminero que cogió las riendas de ella hace un mes poco más o menos debe ser felicitado por su labor, ejercicio y por su resultado. Luego los tendidos deberían haber recibido más inquilinos y aficionados, pero ya se sabe como es esto, muy desigual. Por eso enhorabuena a la familia Caminero por la Feria taurina de Íscar 2010 y muchas gracias por su afectuosa atención para con nosotros.
(Reportaje fotográfico de Fermín Rodríguez)
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