Ya está el ceño del torero marcando la preocupación del comienzo del festejo taurino y el momento que llega de presentar cara al morlaco, de aparecer ante el público y de gustar y gustarse con el arte que cada uno atesora. Es el momento previo cuando parece como si la montera todavía no encajara bien el astracán en la cabeza del diestro hasta que la cubierta de tafetán se ajuste al cabello del colodrillo torero.
La responsabilidad parece que pasa de las manos a la cabeza en un empuje firme, recio pero sutil, enmarcando las cejas sin dejarlas entrar en el habitáculo monteril, mirando al frente, a la puerta de chiqueros por donde saldrá el burel que pondrá y quitará razones.
Con la acción se sueltan los nervios. Y todos cuantos dedican sus vidas a la tauromaquia lo han hecho en más de una ocasión: La mirada firme, seria y pendiente. Los nervios intentándolos dominar para que no se desaten en el peor de los momentos. Superar la turbación, el desasosiego, es un ejemplo de dominio y temple modélico que se ve muy a menudo entre los callejones de las plazas de toros. Por eso hoy, he traído aquí este comentario lleno de verdad y miedo; de esperanza y responsabilidad; de fe y entrega; de competencia y de obligación… Todo ello en verdadero homenaje a esos hombres que se visten de luces cada tarde, bien de matadores, bien de subalternos, que saben a lo que se enfrentan: Un toro bravo, fuerte, duro y acometedor y un público exigente, inflexible y quisquilloso, pero con generosidad, además del testimonio auténtico de sí mismos.
Cuando Francisco Montes Paquiro, el de la calle chiclanera del Santo Cristo, inventó este sombrero, esta gorra de torear, incluida en su tauromaquia completa y se popularizó su uso entre los toreros, nadie pensó que llegaría a ser una de las piezas más utilizadas, para saludar, ovacionar, entregar o brindar, con orgullo y arrogancia entre los diestros toreros de todos los tiempos. Él dio el sentido artístico y nombre a la montera y en la foto de hoy, el tiempo, la acción, la fe, el miedo, la responsabilidad y el sentimiento tienen, una vez más, su parte de recuerdo y visión de aquella tarde de toros.
Foto. Fermín Rodríguez
Juan josé dice
Bien expresado y mejor captado el momento. Les felicito. Ese torero es el novillero catalán Jesús Fernández.
Juan José R