Anda el torero Juan Bautista, con esa sonrisa bondadosa que suele mostrar con el gesto tranquilo, en los preparativos del acontecimiento que va a darse en Arles el día 11 de septiembre, a las cinco en punto de la tarde. Dos adolfos, dos garcigrandes y dos cuvillos frente a Talavante y Roca Rey. Sin duda alguna es la atracción señera, singular, emocionalmente destacable ese día de fiesta. Vuelve Alejandro Talavante, el torero que se fue hastiado, cansado y empachado de bilis hace tres años cuando Octubre anunciaba la vendimia y empezaban a caer las hojas del otoño. Y que ahora regresa, otra vez vestido de luces, para deleite de la afición y alegría de muchos.
Arles es una plaza emblemática, como casi todas las francesas, donde el público, sigue y conoce las suertes del arte de torear en lo más profundo de su inteligencia. Sabio público, agradecido, entregado y amable cuando todo se intenta hacer y sale bien, y duro y crítico cuando se tuercen los intereses.
Juan Bautista, el torero francés, ha presentado el cartel de Arles, una pieza pictórica al óleo del artista Diego Ramos que ha llevado a su expresión un paseíllo goyesco, de otro tiempo, para anunciar el regreso de Talavante a los ruedos.
Sobre el papel todo un acontecimiento.
Ya se verán después los resultados para unos y otros.
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