Hay cosas que claman al cielo. Y una de ellas es el personal, público aficionado, que se da cita en la Plaza de Vista Alegre de Bilbao en los días de feria para presenciar las corridas de toros. Si ayer, no hace tanto, el lleno del coso taurino estaba más que garantizado, hoy con las cortapisas políticas, las zancadillas, el miedo al qué dirán, los precios de las localidades, el sol de castigo, los derechos de imagen y otras varias excusas que se pueden exhibir para explicar el porqué los tendidos aparecen vacíos de público todas y cada una de las tardes, con las corridas sean las que sean, con figuras y sin ellas, con unos y otros en entradas esqueléticas y raquíticas.
La conclusión es clara: Los toros en Bilbao no interesan. Menos ahora que ayer. Allí hay un club más que centenario, el Club cocherito de Bilbao que ha llevado el árbol taurino de su ciudad hasta lo más alto, lo mejor, lo idóneo, lo animoso, lo bueno con actividades que engrandecían las ferias anuales al llegar agosto.
No sirve echar la culpa solamente al actual Alcalde que prohibe hasta la asistencia de la Banda de Música en la tarde de toros sino que también es preciso meditar, todos absolutamente, esta situación dramática que aboca a la desaparición, más pronto que tarde de los toros en Bilbao de continuar sin poner remedio a la sangría de espectadores.
La Tauromaquia es un vetusto árbol tradicional que necesita el riego, el cuidado, la decisión y el trabajo ímprobo en ocasiones de las personas que aún creen en el destino grandioso de la Fiesta de toros, de su belleza, de enorme impulso vital y de su hermosa decisión en donde el juego eterno del hombre con el toro bravo atrae como un imán la emoción de quien asiste al espectáculo de verdad y sentimiento.
Y cuando se dice que todos debemos arrimar el hombro por su salvación no es ninguna aventura boba, sino la puesta en marcha de una nueva forma de ver, comprender, modernizar y mercantilizar la fiesta de los toros para que continúe viva.
Y aquí en las patas de la mesa, espectadores (precios entradas), profesionales (emolumentos y derechos de imagen), ganaderos (reses bravas) y la administración (impuestos e intromisiones) no deben romper el apoyo para que en ella se pueda dar el banquete taurino.
Foto: BMF
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