El pañuelo azul en el último de la tarde, exhibido por el Presidente de la corrida de toros Emilio Redondo, fue la señal del premio merecido a un encierro lidiado esta tarde, con motivo de las fiestas patronales, de la ganadería leonesa de Valdellán por su bravura, nobleza y acometividad. Seis ejemplares con romana, hechos, cuajados e irreprochablemente presentados han sido lidiados por Manuel Escribano, oreja y dos orejas; Eduardo Gallo, oreja y silencio tras dos avisos y Morenito de Aranda, aplausos tras aviso y oreja. Toros del encaste santacoloma que acudieron con alegría al caballo, siendo picados varias veces por el varilarguero de turno. Uno derribó al picador, dos fueron aplaudidos en el arrastre pese a la algarabía de las peñas y el último fue premiado con la vuelta al ruedo.
Y hay que decir antes de nada que la tarde resultó de lo más entretenido, sin pizca de aburrimiento. Los toros de Valdellán muy bravos y exigentes con los diestros que supieron entenderlos y torearlos con emoción. Y en el tendido hasta las Peñas aplaudieron con ganas y fuerza a los toreros en sus faenas, pidiendo las orejas de sus enemigos y acompañando con sus músicas, canciones y algarabía durante varios momentos de la corrida. Se lo pasaron bien, especialmente la peña de «La Rodea«, tres de cuyos componentes me acompañaron en el tendido todo el festejo, escuchando, opinando, emocionándose y gustando la fiesta de toros que se dio en el coso de Sahagún. Ellas fueron Cristina, Carla y Alicia, tres jóvenes aficionadas de Sahagún que me prometieron volver al mismo sitio en la corrida del año que viene cuando llegue San Juan de Sahagún.
Entre los premios que la Peña taurina de la localidad dio al finalizar el festejo, el galardón se lo llevó el picador de Morenito de Aranda Manuel Jesús Bernal por la suerte realizada ante el sexto de la tarde, el ejemplar que a la postre fue premiado con la vuelta al ruedo en su arrastre, siéndole entregado al varilarguero el reconocimiento de la agrupación leonesa. Bernal echó el palo, cito con el pecho al ejemplar y colocó la vara en el sitio preciso, sobresaliendo una suerte por la que recibió al abandonar el ruedo una estruendosa ovación de la concurrencia.
Y vamos con los diestros y sus acciones, algunas de ellas bonitas, emotivas y de plasticidad digna de destacar. El triunfador en trofeos fue el sevillano Manuel Escribano, aunque el mejor toreo lo puso el muchacho de Aranda de Duero, Jesús Martínez «Morenito» en el que cerraba corrida y feria, ligando los pases, cimentando una faena de poder, belleza y singularidad y luciendo en la distancia al toro de Valdellán que le tocó en suerte, sacándose la espina del tercero de la tarde, un animal quebrantado de los cuartos traseros, pero que aguantó la lidia sin caerse y sin abrir la boca. Morenito meció el toreo y dobló su talle como un junco, con arte y belleza, acompasando la embestida de su ejemplar. Hubiera salido por la puerta grande sin ninguna duda pero pinchó por dos veces, bien es cierto que arriba, en lo alto, antes de lograr la estocada fulminante que acabó con el animal al que cortó una oreja.
El tercero en la terna fue Eduardo Gallo, torero salmantino que está en estado de gracia, lidiando los toros de este encaste y raza. En el recuerdo, no hace tanto, su faena en Ledesma ante un patasblancas de Caridad Cobaleda y hoy la llevada a efecto ante el segundo de la tarde que derribó estrepitosamente al caballo y al que despachó con una estocada de las denominadas al encuentro que enfervorizó al público por su riesgo, tras torerlo bien, aseado y colocando la franela de frente, sacándole al animal lo mejor de su embestida, especialmente por el pitón izquierdo.
¡Qué alegría! la de estas buenas gentes de Sahagún, aficionados a la fiesta de toros que saben y aprecian la acción de los toreros que deben enfrentarse a reses con raza, movilidad, genio y casta en una palabra. Y eso hoy día casi, casi, está en horas bajas por lo que estamos viendo.
Los toros de Valdellán dieron los siguientes pesos en la romana: 532 ; 505; 502; 500; 505 y 535. Todos de pelo negro excepto un berrendo en negro corrido en segundo lugar y un toro de armoniosas hechuras, bello por naturaleza lidiado en el cuarto lugar del lote. Y además una banda de música municipal que interpretó los pasodobles a lo largo de las faenas, como los toros lidiados, con fuelle, son y armonía. Bellísima la interpretación de «España cañí» en la faena del quinto de la tarde.
En resumen, final de fiestas patronales del milagroso santo del Pozo amarillo de Salamanca, Juan de Sahagún, con una corrida de toros muy emotiva, seguida con interés por el público, de la ganadería de Valdellán, ese viejo cenobio a la vera de la leonesa Santa María del Río, que cría toros como deberían ser y que tanto gustan a los aficionados y donde un torero sevillano, Manuel Escribano, salió merecidamente por la puerta grande.
Reportaje gráfico: Iván PACHO ÁLVAREZ
francis dice
Encuentra un aficionado ratos muy buenos como el pasado en sahagun con los toros de baldellan. Fenomenal la corrida. Un saludo a las peñas que pusieron alegría y siempre buenhumor