Acabó el ciclo de San Pedro Regalado con la segunda de las novilladas de promoción en la que seis toreros dieron la cara en el paseo de Zorrilla haciendo pasar una entretenida tarde al millar de espectadores que asentó sus reales en las piedras de los tendidos del venerable coso vallisoletano. Cosas buenas entre los novilleros; erales de la ganadería de García Jiménez, repetidores, nobles, bravos y encastados, alguno de ellos incansable como»principado», corrido en primer lugar; «airoso» y «almendrito» y sin desmerecer «decorador» y «sosito», corridos en quinto y sexto lugar que se fueron al desolladero sin una de sus orejas. Todos ellos ovacionados en el arrastre por el público. Faenas con enjundia, sentidas y expresivas por los novilleros, unos mejor que otros la verdad y fallos y aciertos con los aceros, donde no faltó una estocada recibiendo a cargo del madrileño Álvarez Ortega que cerraba festejo.
Pero vamos por partes que al ser media docena para todos hay recuerdo.
Abrió plaza el medinense Javier Casares que se trajo de Medina del Campo más de veintitantos seguidores que estuvo muy bien. Toreó por bajo, sometiendo al novillo que abrió plaza, colocado, entregado y con gusto. Sin embargo el acierto con el estoque no fue su virtud, yéndosele la mano en dos ocasiones y precisando del descabello para atronar el bravo eralito, que no se cansó de embestir a la muleta de Casares. Me gustó sobremanera una serie con la derecha, templada y sometiendo al animal que iba y venía con codicia. Recibió la ovación del público, mayoritaria para el animal cuando las mulillas lo llevaban al desolladero e importante y reconocida la del torero.
Toreó al segundo Martín Escudero, el diestro de Galapagar, pinturero en los lances de capa pero algo atropellados por la codicia del novillo. Con la muleta anduvo aseadito pero al no matar bien, fue silenciada su labor.
El tercero de la tarde fue para Tomás Campos, de Llerena, que tenía hasta una pancarta en la grada. Brindó su toro, un urraco escurrido pero bravo, a Uceda Leal presente en el callejón. Hizo una faena estimable, muy templada, sin enganchones. Pero al entrar a matar resbaló y dio dos sartenazos al animal, produciéndole un ojal en la paletilla. Luego, tras el aviso de la presidencia por alargar tanto la faena, agarró una estocada que atravesó, asomando por el meano del torete. Mucha espada, muy larga, para tan pocas carnes. Recibió aplausos cuando despenó al animal.
Y entramos en la segunda parte de la corrida donde sonrió el triunfo a los tres matadores que faltaban por intervenir en el festejo, ya que una oreja para cada uno fue el bagaje de los toreros.
Carlos Ojeda, de Almería, se enfrento a «airoso» que brindó al torero zamorano Andrés Vázquez, sentado en un tendido acompañado del diestro Israel Lancho. Ojeda estuvo asentado, firme, con hechuras de torero. Dominó al ejemplar de García Jiménez y le hizo embestir por ambos pitones dándole la distancia que pedía en todo momento. Pese a recibir un aviso por alargar la faena, propinó una estocada un pelín desprendida lo que obligó a descabellar un par de ocasiones. Cuando cayó el animal, el público pidió la oreja para el de Almería que le fue concedida.
Como aquello de «no hay quinto malo» es expresión además de española y popular, muy utilizada en la fiesta de toros, el albaceteño Sergio Felipe toreó muy bien por la derecha al «decorador» que le tocó en suerte. Sonó para él la música cuando interpretó el toreo por la derecha con mucho gusto. Sin embargo, la faena fue larga por lo que también recibió el recado en forma de aviso. Mató de estocada y cortó una oreja.
Y cerró festejo el madrileño Álvarez Ortega que estuvo muy valiente. Recibió con tres largas de rodillas pese a la paliza recibida en el quite del novillo anterior. Luego con la muleta buena faena, notándose que es un muchacho toreado, que quiere ser torero y que pese a las dificultades y achuchones recibidos, sobreponiéndose a la contrariedad toreó con cierta galanura a la res. Se tiró a matar recibiendo, logrando al segundo intento una buen estocada en lo alto, por lo que el público sacó los pañuelos pidiendo la oreja que le fue concedida.
En resumen, cosas muy buenas las vistas entre el sexteto de hoy que ha interpretado un toreo de buenas maneras, sobresaliendo Ojeda, Sergio y el valor de Álvarez Ortega.
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