Y eso que la cosa no había empezado bien porque los toros de Luis Albarrán lidiados en la última de la localidad iscariense salieron flojos y con escasa fuerza. Bien es verdad que la nobleza fue un áura que tuvieron los cuernos de los ejemplares lidiados esta tarde, ante media plaza del acogedor coso. Sus lidiadores, casi contagiados desde el comienzo de la apacibilidad, tranquilidad y nasti de plasti como dicen los castizos, dieron cuenta de la primera parte de la corrida en menos de cuarenta y cinco minutos. Menos mal que sonó el despertador de diestros y toros en la segunda parte con «rompeplatos«, «importado» y «cocedor» y se animó la corrida para que los diestros toreros pusieran algo de su parte y los espectadores se divirtieran con lo que se daba en el ruedo. César Jiménez, el más veterano que abrió cartel, siempre tan pinturero y echado en dobleces y figura arqueada, que no fue capaz de levantar ni los aplausos del docto senado iscariense tras la lidia de sus ejemplares, inválidos y con nada de fuelle, solo se lució en unos lances de saludo con el capote a pies juntos. El silencio del respetable fue el ruido que acompañó al buen torero madrileño de Fuenlabrada.
Mejor su compañero Iván Fandiño que puso todo de su parte por dar algo de sensatez a la lidia. En el primero de su lote una serie por el pitón izquierdo salvó la monotonía con la que arrancó la corrida y el quinto, brindado al público, puso su esfuerzo, su arrimón, su grito, y su voluntad para sacar agua de un pozo semiseco de bravura. La estocada tirándose arriba, a ley, hizo que la Presidenta Carmen Cambronell, le otorgara en esta ocasión una oreja que paseó entre los aplausos del público.
Y llegó David Mora, el torero de Madrid, que más ganas, raza y esfuerzo puso en el envite. Incluso deleitó a la concurrencia con quites en ambos toros, cosa que creíamos perdida por estos andurriales en el que muchos aficionados ven cómo se está apagando la fiesta como una candelica que va agotando día a día el recipiente de aceite que la sustenta: Desaparece la suerte de varas de la faz de la tierra; los toros son perrigalgos, que embisten poco y mal; el público emigra del graderío dejándolo desangelado, tal y como ha ocurrido en esta feria de Íscar donde sobre el papel se programan tres estupendas corridas de toros y la gente no acude en masa a presenciarlas, pasando olímpicamente de los festejos reglados, aunque asistiendo a todos aquellos en que los toros corren por las calles; la crisis económica hace mella en las familias… Pero bueno, vamos con Mora que se me van las líneas en disquisiciones y amarguras.
David Mora puso e hizo el toreo en Íscar: Lances variados y quites; desplantes de rodillas y toreando con todas las ganas, sitio y colocación. A su primero, de nombre «monteviejo» le dio buenos lances de recibo y una media en el quite esplendorosa. Tras brindar al público, luce al toro, citándolo de largo. El animal acude galopando pero pronto el cansancio y la falta de raza le hacen desistir de la faena. Termina con dos pases de rodillas para cerrar al toro y prepararlo para la estocada, pero da un pinchazo hondo. Precisó de varios golpes de descabello para mandar al desolladero al ejemplar, con lo que solo oyó aplausos del respetable.
En el segundo de su lote, aquí se soltó las ganas y la melena, dejando el poso de buen toreo que atesora Mora en muñecas y brazos. Muy completa la lidia que empezó además a los sones de la jota de Íscar, tocada con inusitada armonía por la Banda de Música municipal, dirigida por el maestro José Luis Gutiérrez. Hasta el público vitoreó su nombre, tras la interpretación del pasodoble «España Cañí«. Y mientras tanto, David Mora, alto y espigado torero, con ganas y deseos de agradar al público echó ambas rodillas al suelo, citando al toro que terminó manseando en la zona de toriles. David le cambió dos veces de la querencia de terrenos y estuvo serio, valiente, en torero, hasta que, igualado el animal, le recetó una estocada hasta el mango tirando patas arriba al de Albarrán. Los pañuelos pidieron con fuerza la primera oreja que le fue concedida por la estrenada Presidenta y con poco más de bulla y petición, el segundo pañuelo asomó en el balconcillo del palco. De esta manera David Mora salió a hombros entre los aplausos del público, acompañado de todas las damas de la fiesta ataviadas con trajes regionales, y con más de una palmadita cariñosa, por la puerta grande del coso de Íscar.
En resumen, terminó la feria taurina de este año de gracia y crisis de 2012 en Íscar, donde hemos contado para los lectores el desarrollo de la misma. Gracias a Martín Perrino, el empresario, que puso sobre la mesa un extraordinario cartel, compuesto por tres corridas de toros en donde todos los días hubo alguna puerta grande, con resultado artístico triunfal pero no así el económico, el más importante y la causa por la que se programan estos festejos patronales, al no responder el público llenando el aforo con su presencia. En fin, así estamos y así está la fiesta.
En todo caso gracias, Martín y José Ignacio, por vuestras atenciones y hasta la próxima.
Fotos: José Salvador y Galería gráfica de José Fermín Rodríguez
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