La noticia sacudió como un trallazo restallante: «Paquirri, cogido muy grave en Huesca por un toro de Albarreal. Lo está operando el doctor Crespo Rubio Neches». Casi, y sin casi, de inmediato las redes sociales empezaron a ofrecer comentarios de ánimo y pronta recuperación unos, y otros descarnados, inhumanos, y deseosos de su muerte firmados por antitaurinos y prohibicionistas declarados.
El parte médico de Crespo Rubio Neches, el eminente cirujano de Zamora, tras su laboriosa intervención, no daba lugar a dudas: «Herida por asta de toro en región supra púbica y fosa iliaca derecha con un trayecto transverso de unos 25 cm hacía izquierda con desgarro de la musculatura de la pared abdominal que a través del oblicuo mayor y del transverso del abdomen penetra en cavidad abdominal contundiendo inicialmente la arteria iliaca, diseca colón ascendente y riego, para llegar a espacio retro peritoneal, desgarrando, el músculo psoas, disecando la aorta en 5 cm y llegando al cuerpo vertebral de L3. Pronóstico Muy grave».
A partir de ahí, todo lo demás. Pero sobre todo la vergüenza, el oprobio hacia una profesión digna y sometida al criterio de los demás, de alto riesgo, de juego con la muerte y el dolor, de tragedia y de loa, de llanto y de emotividad, de aplauso, de gracia, de bondad, de heroicidad, de grandeza…
Por otro lado, los enfermizos, siempre aforados, consentidos y protegidos antitaurinos por el gobierno y la policía, que llenan el cuerpo de la Tauromaquia con su lepra piojosa y decadente voceaban pidiendo la muerte de un hombre cabal, bueno, de los nuestros, como Francisco Rivera, torero. Por eso los antitaurinos que desean la muerte de Paquirri tras su gravísima cornada en Huesca son unos hijos de puta. Los taurinos que tratan de justificar su Fuerza Paquirri medio avergonzados no saben distinguir y es mejor que se callen que esos deseos a media voz son difíciles de creer. El enemigo en casa casi siempre. Que tendrá que ver que guste mas o menos un torero con la tragedia que conlleva esta profesión. Ánimo maestro.
Creo que estas últimas palabras escritas por un buen aficionado como Carlos Martín Santoyo, director de Grana y Oro, dan en el clavo de la situación por la que estamos pasando ahora mismo con especial virulencia, acrecentada por la incertidumbre y la paradoja de una falsa suficiencia taurina, sobre todo en este tiempo cuando se precisa de verdad y más que nunca la unión leal y sincera. Por tanto, ha llegado la hora ya de plantar cara.
angel dice
se echan de menos las novilladas de promocin q se daban una cosa de menos en la tauromaquia asi esta el panorama q se le va hacer,