Llevamos un verano casi sin parar, yendo y viniendo de pueblo en pueblo y de ciudad en ciudad, recorriendo las ferias taurinas y contándolas como mejor nos permite nuestro escaso ingenio. Y sobre todo en Castilla y León, el territorio más amplio que tiene a la fiesta de toros como paradigma de su devenir festivo: Encierros, novilladas, corridas, capeas, probadillas, rejoneo caballeresco… y aunque echemos en falta aquellos espectáculos exclusivos para niños del «bombero y sus enanitos toreros», «El empastre» o «Las soldadescas» que hicieron las delicias de varias generaciones de otra época, sin embargo siempre en el recuerdo aflora alguien que lucha, trabaja y se interesa por dar de nuevo la vistosidad que siempre tuvieron los espectáculos taurinos.
Tal es el caso del empresario de Baltanás, Carlos Carrillo, un joven que ya ha dedicado parte de su vida a la organización y llevanza de festejos en los que el juego con el toro tienen una preponderancia muy significativa. Carlos Carrillo, hasta hace unos días apoderado del zamorano Alberto Durán, y en la actualidad dirigiendo la carrera del rejoneador burgalés Óscar Borjas, actúa echando las semillas, en vez de miguitas de pan, del orgullo y del buen hacer por el camino recorrido. De Óscar se cuenta y no se acaba de la proyección que está alcanzando en esta tarea del bello arte de Marialva la presente temporada: Salidas a hombros, corte de orejas y un rejoneo espectacular y aplaudido por el público con una cuadra de caballos conformada y domada para este menester con acierto, sentido práctico, artístico y profesional.
Puntualmente recibo los resultados y la cartelería, dando cuenta de la actividad que desarrolla este joven empresario por los pueblos en donde se le llama. No hace tanto, en Morales de Toro, Fermoselle, Peñausende, Soustons, Alaraz, Villarcayo. Pradoluengo… presenciaron su doma y su forma de rejonear. Mañana será Lerma, después Tordesillas. En fin, trabajo encima de la mesa para conformar una relación entre dos personas que caminan juntas en estos momentos y una empresa palentina llamada Albero Norte que nació con la vocación taurina entre sus papeles.
No me olvido de estos hombres que están renovando la fiesta de toros, conformando empresas que quieren seguir cuidando la misma, mimándola y respetándola en todos los aspectos formales y Carlos Carrillo lleva dando patadas y andando caminos por esos pueblos en donde se le llama haciendo bueno el dicho de «A Dios rogando y con el mazo dando». Mucha suerte en lo que queda de temporada y en la planificación de la que viene que será aún mucho mejor sin duda alguna.
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