Nadie duda que las modas y modernidades han traído a las fachadas y lugares en donde se colocan los carteles anunciadores de los festejos taurinos en más de una ocasión auténticos disparates merecedores de réplica y sobre todo de rechazo por entender que ni se ajustan a la tradición taurina ni aportan nada en absoluto. Este es el caso del cartel de la feria de abril de Sevilla que la Maestranza de Caballería ha adoptado como tal en un momento cuando menos discutible por la forma y por aquello de pasarse de la raya en la concepción de arte y solera.
La mentalidad de un chiquillo de primaria, en su mundo infantil y sin mayor protagonismo, podría haber llegado a decorar un cartel parecido con el que la Maestranza de Caballería sevillana ha determinado la promoción de la feria de abril de este año 2018.
Por el contrario, Jerez de la Frontera, esa población hermosa y señorial del vino amontillado y del caballo, ha puesto en circulación otro dibujo recogiendo la vieja tradición de la espera y pose del viejo torero, sentado en una silla de enea con el mantón de Manila, las flores y el ángel del triunfo y el fondo de la ciudad gaditana para anunciar su feria de toros.
Entre uno y otro dibujo media cuando menos el sentido taurino de lo inmutable y no cambiar porque así lo creen quienes se arrogan la decisión y la finalidad de ser jueces y parte en algo tan profundo y magnífico como debería ser y garantizar la fiesta de toros desde su mismo anuncio de celebración.
Decir que Valencia fue lugar de acogida y cuna de grandes dibujantes de carteles taurinos no significa que otros sitios deban perder el oremus en poner en su escaparate cualquier ocurrencia y además aplaudirlo y premiarlo. Ahora con los diseños y las nuevas técnicas pictóricas traídas con poco pensamiento y menos esfuerzo, habría que concluir y terminar, pues qué quieren que les diga: Las birrias suelen ser siempre lo mismo por mucho que quieran hacernos ver que son la quintaesencia del arte. ¿O no?.
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