Grandes maestros de la Tauromaquia actual se han puesto al lado de los novilleros colombianos que comenzaron una huelga de hambre y protesta siendo ocho los que iniciaron y, poco a poco, añadiéndose compañeros, aficionados y seguidores de los toros hasta haberse extendido por todo el orbe taurino. Todo empezó cuando un alcalde intransigente y antitaurino hasta la médula rescindió el contrato municipal de alquiler de la plaza a la Corporación taurina de Bogotá, cerrándose las puertas a cualquier celebración taurina en dicho recinto.
Conculcar la libertad es el gusto mayor que tienen algunos gobernantes cuando acceden a la poltrona de la dirección política de pueblos y personas. Es sintomático ese defecto humano tan proclive a magnificar en la soberbia el sometimiento de los demás a sus caprichos personales, vaivenes y opiniones sobrevenidas. No obstante, siempre la resistencia a las medidas arbitrarias seguirá existiendo entre quienes son sometidos a ellas porque esa es esencia del ser humano en exclusiva y así seguirán surgiendo en voces, acción y desencuentros frente a las decisiones caprichosas que intentan imponer unas formas de vida y destruir otras.
Bueno es recordar que aquí en España también se han dado actuaciones, bien es verdad que poco difundidas por los grandes medios de comunicación que casi, casi tienen proscrita salvo muy escasas y pequeñas excepciones a la Tauromaquia, a su vivencia, pervivencia y existencia. Pero en lo pequeño aquí tenemos uno de los ejemplos y es que cualquier reunión motiva y sirve para acceder a ese grupo de apoyo aunque sea en la distancia a cuantos compañeros sufren directamente las agresiones y dificultades, no vestidos de luces sino de calle o en atuendo deportivo.
Los novilleros colombianos de Bogotá abrieron la caja del orgullo y la lucha por la libertad, palabra fundamental y muy costosa de lograr, pero rápida en conculcar y destruir. Y ahí gracias a un torero como César Rincón que desde el principio les mostró su apoyo contra el cierre de la plaza La Santamaría pues además ello provocaba la desaparición de unos 35.000 empleos y pérdidas a ganaderos, toreros y responsables de la fiesta brava colombiana, se fue extendiendo por todos los rincones la protesta y en definitiva el orgullo por la defensa de la Tauromaquia.
La Tauromaquia y su actividad es una fuente de riqueza económica para muchas familias, aunque según van los tiempos, más habría que decir que es otra forma de industria artística para llevar un pedazo de pan a la casa familiar, un salario y unos recursos de actividad mercantil tan digna como cualquier otra. Su actividad debería estar más atendida, mejor protegida, con más fuerza, con mayor interés, con entrega y en ocasiones con la pasión y dedicación que merece.
En las fotografías con que ilustramos este comentario aparece un ramillete de toreros de Castilla y León, ataviados con la camiseta de «Olé» apoyando la causa de los novilleros colombianos, y un grupo de aficionados peruanos a la puerta de la plaza exigiendo respeto y sobre todo libertad.
Ser taurino sienta carácter, es una marca, un vendaval de orgullo y dignidad por la grandeza que significa todo lo que en sí mismo guarda en historia, enseña en valores y practica en libertad el mundo del toro.
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