Y llegó la corrida de Zalduendo a Palencia, con cinco toros bravos y nobles en general y uno, el primero de la tarde flojo, que contribuyó al éxito, si duda alguna, de los diestros toreros que se les enfrentaron.
Algo más de media plaza se divirtió excepcionalmente sobre todo en la segunda parte de la corrida. Se ve que, comidos y bebidos, tras el breve descanso de la lidia del tercero con la composición y repintado de líneas de tercios y medios fue acicate para el público en general y para los toreeros en particular. Antes de nada y de repasar lo sucedido, el balance obtenido: El maestro de Chivas Enrique Ponce, aplausos y una oreja; César Jiménez, el madrileño, aplausos y dos orejas y el larguirucho de Puebla del prior Miguel Ángel Perera, aplausos y dos orejas.
Y vamos a ello no sin antes pedir a nuestro amigo Manolo Illana paciencia, tranquilidad y sosiego con ciertos espectadores del tendido, a consecuencia de la lidia que estaba dando al cuarto de la tarde Enrique Ponce, encarándose agriamente con ellos y sofocándose en exceso como pudimos comprobar desde nuestra localidad. Y ello porque no vaya a ser caiga alguna vez con un destartalado y le envíe por el aire una botella o cualquier objeto como le sucedió al Nacional en la plaza de Soria. La pasión de Illana por Ponce es evidente y defender al diestro en su faena no es objetivo en ningún caso, aunque sí digno de reconocer.
Y para tostón el que nos dieron a los compañeros Estévez, Lera y López y López, más al primero que al último, dos señoritas charlatanas, sentadas delante del cuarteto, que no vieron los toros y se pasaron hablando todo el tiempo que duró la corrida sin prestar mayor atención a lo que se dilucidaba en el ruedo. ¡Vaya labia!.
Chascarrillos anecdóticos aparte quiero destacar hoy el toreo de César Jiménez y de Miguel Perera. Ambos en su línea, uno entrando en la parte casi final de su faena en acción bellísima, compuesta y atrevida y el de Puebla del Prior dejándose rozar los alamares por los Zalduendo. Perera además estuvo especialmente bien haciendo la suerte de matar, logrando una estocada hasta la gamuza en el que cerraba corrida y el público le reconoció su arte, su esfuerzo, su arrimón y su manera encimista de torear con ambas manos.
César Jiménez me gustó, doblándose como un junco ante la embestida del toro al que desorejó. Su cuerpo formaba en el albero una arqueada y característica disposición, más doblado cuanto más fuertes salían los olés del tendido. Con la espada hizo la suerte a ley, logrando una estocada que echó por tierra al animal con lo que los pañuelos pidieron las orejas para el diestro que le fueron concedidas por la Presidencia de la corrida.
Y Miguel Ángel Perera, un pedazo de torero, valiente y sobrado que ha vuelto por sus fueros de quietud y de encaje entre los cuernos del toro. Hizo una faena estéticamente encimista, pero con mucho temple, haciendo girar al toro alrededor de su talle por un lado y otro. Y la gente loca y la música sonando y cuando se perfila para matar a la res, un silencio sepulcral como un velo se extendió entre toda la concurrencia, de tal forma que hasta oímos el ¡ssshass! de la entrada del acero en el toro y el bote que dio el animal acusando la estocada. La plaza estalló en aplausos y pidió con fuerza las orejas para el diestro que le fueron concedidas, olvidándose de los fallos anteriores y quedándose solo con el triunfo, con lo bonito, con lo esbelto y con lo grande del toreo que atesoran las manos y la cabeza del torero que apodera Fernando Cepeda.
Y Enrique Ponce a quien en Palencia y en esta ocasión no acompañó su suegro Victoriano Valencia estuvo aseado. En algunos momentos de sus dos faenas pidió tranquilidad y paciencia ostensiblemente al graderío que le exigían faena de arte y de emoción. Ponce estuvo mejor en el segundo de su lote que fue largo al caballo, que con el que abrió plaza, el más flojo del encierro. Pero toreó mejor, estéticamente bien con la mano derecha, componiendo la figura y muy gallardo y sobrado en su faena. Propinó una estocada, atracándose de toro tanto que salió trastabillado de la suerte, pero que fue suficiente para atronar al animal y recibir el premio de una oreja.
En fin, una corrida más de la feria de Palencia esta vez con algo más de público en los tendidos que en las jornadas anteriores, dos toreros, Perera y Jiménez, en estado de gracia, y unos toretes de Zalduendo que se movieron sin más alharacas, nobles y aprovechables. Ah! y dos mujeres aficionadas, compañeras de tendido, que acabarían, digo yo, con la lengua seca de tanto hablar seguido y sin pausa. Aficionadas a la charla, claro. Y casi todo el equipo taurino de Canal 8 Castilla y León que posó con el empresario propietario del Diario palentino que tanto esfuerzo y trabajo ponen en la difusión de la feria, en una fotografía en el patio de cuadrillas.
Fotos: J. López y Fermín Rodríguez
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