Se celebró en Mojados la anunciada becerrada para los alumnos de escuelas taurinas, lidiándose cinco erales de José Luis Martín de la Fuente, de encaste Contreras, que resultaron broncos, duros y con complicaciones para los chavales Ángel Jiménez, de Medina de Rioseco, aplausos; David Martín, de Galapagar, ovación y saludos; Guillermo López, de Moralzarzal, aplausos; Víctor Álvarez, de Madrid, una oreja y vuelta al ruedo y Pablo Gallego, de Madrid, una oreja y vuelta.
Esta becerrada era la anunciada con motivo de las fiestas patronales de la localidad, y que tras la decisión municipal de suspensión de festejos por la cogida mortal de uno de sus vecinos en el encierro nocturno, quedó sin efecto. Precisamente antes del comienzo de la misma se guardó un minuto de silencio por el mojadense Hipólito Cubero fallecido en el encierro del pasado domingo.
Un tercio de plaza siguió con expectación e interés la lidia que estos aspirantes a novilleros hicieron a los toretes de Pepe “gavilán”, de Ampudia de los que tan sólo medio encierro se dejó, en tanto el resto resultó difícil, duro y planteando a sus lidiadores recursos que, debido a su bisoñez aún no tenían, con lo que recibieron más de un arreón, achuchón y golpes que seguro se han traducido en más de un moratón doloroso.
Abrió plaza el de la tierra, Angelito Jiménez, con un novillo que no tenía un pase por el pitón derecho, al colarse descaradamente. Tan solo por el pitón izquierdo le instrumentó un par de series algo atropelladas, pero que sirvieron para igualar y despachar al torete al desolladero de una casi entera contraria. Vimos a Ángel afligido y falto de rodaje y ya se sabe que en esto del toreo como no haya trabajo, el oficio no se aprende ni a la de tres.
Lidió después el sobrino del ganadero Adolfo Martín, presente en la plaza, David Martín. Se le vio al muchacho con oficio, aunque el novillo, bronco y peligroso, le hizo tragar árnica en más de una ocasión. Unos adornos finales para cobrar un pinchazo y estocada acabó con la vida del ejemplar.
Siguió Guillermo López Leiro que instrumentó una larga a portagayola muy arriesgada. Luego no dudó en echarse de rodillas en el tercio para propinar al bovino una larga cambiada muy aplaudida por el público. El quite, antes de banderillear, lo hizo con unos pases denominados- dicen- “julianas” por ser el Juli quien los ha concebido, muy vistosos y atrayentes. Sin embargo con la muleta se fue en un santiamén la faena sin más ni más.
El cuarto y quinto de la tarde a cargo de Víctor Álvarez y de Pablo Gallego respectivamente fueron lo más potable del encierro. Valientes ambos novilleros, hicieron que el público pidiera las orejas de sus respectivos enemigos. Víctor se puso a portagayola, dándole un brinco el novillo que causó sensación entre el respetable. Por su faena muy aseada y propinar una estocada en su sitio le valió la oreja que paseó sonriente y triunfador.
Pablo Gallego muy bien con la muleta. A mi juicio hizo lo mejorcito de la tarde con la pañosa, entregado, animoso, sin mirarse tan siquiera cuando recibió un tarantantán del torete en un colada traicionera. Con ambas manos estuvo muy bien, dando pases encima de la cara del novillo. Se tiró a matar con todas las de la ley, metiendo la espada hasta la bola. La presidencia le premió con la oreja.
En resumen, una becerrada que echa el cierre a los toros en nuestra provincia hasta la temporada que viene. Ahora llegará el momento del análisis, de los premios y galardones, así como de las conferencias, charlas y mesas redondas acerca de lo sucedido en ésta. Ojalá todo sirva para mejorar si cabe la fiesta de toros en nuestros pueblos.
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