Herminio Jiménez «Chaca» es un personaje de los que merece la pena conocer o al menos descubrir un poco más por su apego a la fiesta de toros, el hecho de estar siempre dispuesto y haber servido a una causa a la que ama y respeta desde que de niño empezó a dar sus primeros capotazos. Herminio, padre además de un novillero con caballos que anda bregando el hombre por esos mundos de Dios y que no llegó a tomar la alternativa aunque sí debutó con los del castoreño y no lo hizo del todo mal, está de ayuda de la Escuela taurina de Rioseco, completando funciones de profesor y ayudando a los chicos que acuden a la misma a perseverar en la difícil y complicada profesión.
Herminio Jiménez, «Chaca», cuyo nombre apareció en letra impresa cuando toreó en el Coso de la Amargura en la capital zamorana hizo sus pinitos como tantos y tantos otros hombres valerosos de su edad que quisieron encontrar en el toro la salida a una vocación torera llena de cortapisas, desilusiones, hambre y carácter. El bueno de Chaca, hoy ya con años y kilos en su anatomía, no se mueve con la agilidad con que lo hacía en los tiempos juveniles, tal y como sucede con cada quisque, pero su vocación es tan grande que no pierde clase desde que se fundara la Escuela taurina de Rioseco.
Chaca y Rioseco aparecen como inseparables, tal vez porque el vivero de la ciudad de los almirantes ha dado a la historia del toreo y de la fiesta de toros un número elevado, importante y decisivo en el devenir de la misma. Buen ejemplo recordatorio está escrito en el libro «De Enríquez a Manrique, una taurología» del doctor Alberto Pizarro. No solo porque Chaca ha estado en los festivales de Rioseco con sus inseparables Chema Rueda, Justo Berrocal y otros personajes riosecanos, cuando los hermanos Peralta llevaban a cabo en el Coso del Carmen sus espectaculares festejos taurinos con todas las figuras del momento, sino también ayudando como mozo de espadas, a un torero nacido y criado aquí, en Valladolid, Jorge Manrique Estébanez, el diestro zurdo que encandiló una época inolvidable. Buen ejemplo es la fotografía del abulense LUIS VEGA quien captó en las Ventas el momento en que Chaca le da el estoque al maestro Manrique en una de las tardes más apasionantes vividas en Madrid.
Herminio Jiménez «El Chaca», el padre de «Hermi» Jiménez, a quien aprecio sinceramente desde que nos conocimos y con quien en más de una ocasión hemos compartido vivencias y enseñanzas taurinas me enseñó un día cómo era la verónica gitana en la placita de la desaparecida ganadería de Trifino Vegas. De aquella verónica del Chaca escribí un artículo por la plasticidad, el encaje, el juego de manos y la belleza desatada con una tela ante la cara de un torete. «Chaca», gitano, torero del aire y la ilusión soñada, sigue todos los sábados con los chicos enseñándoles a lancear en Rioseco, a las órdenes de otro pedazo de torero como es su actual director Raúl Alonso. Y eso es digno de conocer y resaltar.
Foto: LUIS VEGA

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