Siempre es grato que un amigo o conocido llegue a completar el ciclo vital para el que ha sido llamado en su existencia. Máxime si se trata de ser torero, la dura y complicada profesión en la que, dicen, muchos son los llamados y pocos los escogidos.
Ayer en Zamora Clemente Dubecq, un muchacho de Burdeos aunque afincado en Nimes la localidad de emoción taurina más singular del sur francés, con un escenario del ayer histórico y patrimonial de primer orden, tomó la alternativa como matador de toros. La ceremonia en la que le ungieron con el óleo de la valentía se hizo frente a un toro de Sánchez Arjona, llamado «Rumbero», vestido de azul eléctrico y oro y actuando de padrino Antonio Cayetano Rivera Ordóñez.
Largo parlamento el de la saga torera más significativa en un tiempo ya pasado al rubio francés para entregarle los trebejos, útiles imprescindibles para el arte de torear y, una vez recogidos, con la montera en la mano brindó a su padre presente junto a miembros de su Peña taurina en el graderío de la plaza.
Empezó bien en los lances de recibo, con soltura y cierta gracia e incluso en el quite aseado con el capote. Luego en la faena de muleta lo saca por bajo hacia el tercio y le instrumenta dos series por la derecha, con parón incluido del noble pero débil animal de Arjona en algunos momentos de la lidia, bien resueltos por el toricantano. Cambia de mano y por la izquierda logra una trincherilla de cartel. llega incluso a desprenderse del estoque simulado y torea con tan solo la muleta y estaquillador, consiguiendo una ovación más que merecida. Perfilado para matar, logra una estocada entera, un punto delantera y algo caída pero que sirve para atronar a «Rumbero». Los tendidos piden la oreja que le concede el usía. Luego, sonriente y agradecido da la vuelta al ruedo recibiendo el parabién aficionado.
Clemente hoy en Zamora ha estado correcto en líneas generales, sin alharacas de ampulosidad, con los nervios templados y mostrando una faceta de honrado diestro torero conocedor de la lidia. Su sonrisa final, al salir a hombros por la puerta grande y echarse el cerrojo hasta la feria siguiente es más que preludio de la satisfacción conseguida.
Hoy en Zamora, día de San Pedro, Clemente Dubecq ha sido ungido como matador de toros.
Fotos: Luis FALCÓN/CyL noticias
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