Como si el dicho no estuviera ya relamido entre las bocas de muchas personas, se reprodujo de nuevo en la cuarta corrida de toros que ha programado la empresa para festejar estas fiestas patronales vallisoletanas. Tan sólo el Cid, que cortó una oreja, pedida con mucha insistencia y fuerza por el público, al quinto de la tarde de nombre «alfilerito«, fue el escaso bagaje de trofeos en la tarde de hoy. Casi tres cuartos de entrada, tarde excepcional, sin una brizna de viento, calor sin ser sofocante y animación para ver a Enrique Ponce (aplausos y ovación); El Cid (aplausos y una oreja) y David Fandila El Fandi (ovación y ligeros aplausos) enfrentarse a seis toros de El Ventorrillo, tres de ellos justos de trapío y fuerza, uno encastado y bravo corrido en segundo lugar, uno de Parladé, «fatimeño», flojo y malote, agalgado, sobrero por devolución del titular al inutilizarse de los cuartos traseros, y otro corrido en el cierre de la corrida, de mayor trapío y presencia, encastadito. Variado como se ve por aquello de que en la variedad está el gusto. El encierro traído a Valladolid por la ganadería de El Ventorrillo no tuvo demasiada chicha ni limoná. Si a eso se añaden las probaturas, las actuaciones de los diestros, algo desangeladas en su mayor parte durante la larga tarde, puede decirse sin temor a errar que ha sido el festejo de más aburrimiento y decepción de los ofrecidos hasta la fecha.
Primero de todo, decir que lidiando Ponce su segundo de la tarde, las asistencias médicas tuvieron que llevarse del callejón desde donde seguía la corrida a su suegro y apoderado Victoriano Valencia que se indispuso. Sería Antonio María Mateo, el cirujano de la plaza, quien atendió a Victoriano, al que precisamente un instante antes acababa de saludar personalmente, justo cuando el camión de la limpieza municipal daba un riego al albero, preguntándole qué tal iba. Me dijo que bien pero que estaba preocupado por el azúcar en sangre. Fue trasladado al sanatorio Sagrado Corazón de Valladolid para someterle a una analítica y revisión posterior como consecuencia de una bajada de tensión, causa inmediata del soponcio sufrido.
Pero vamos al resumen taurino de la tarde de hoy.
Ponce ni estuvo ni se despeinó en ambas faenas. Una de ellas brindada al público, la del Parladé que hizo cuarto de la tarde, en sustitución del castaño «cigarrero«, bonito de hechuras de la ganadería titular, que se malogró en los lances de capa. Demostró el error del buen maestro valenciano, además tuvo la mala suerte de pinchar antes de lograr la estocada que acabó con su vida, no solo al brindar al público sino porque nunca sometió ni se entregó en la lidia del toro, bronco y duro. El toro sería pitado por el respetable, en tanto tributó aplausos de reconocimiento al diestro. Y en el primero, dejó una faena larga con tan solo una par de pinceladas, bien es verdad que sin demasiada enjundia.
El Cid en el encastado segundo que se vino arriba a medida que transcurría su lidia, ligó bien los pases aunque con poco temple para acompasar la velocidad de la embestida del animal, rápida y alegre. Donde se gustó fue en dos tandas de naturales, algunos con hondura y hermosa plasticidad. Lo despachó de una media en su sitio que bastó. En el quinto fue donde estuvo algo mejor, con más dedicación y esfuerzo especialmente en la segunda parte de su trasteo con la muleta, mejor por la derecha que resultó ser el pitón del toro, que por la izquierda, aunque lo intentó. Una buena estocada, haciendo perfectamente la suerte le hizo merecedor de la oreja, pedida mayoritariamente por el público. Incluso algunos espectadores reclamaron a la Presidencia, representada en la tarde de hoy por Félix Feliz, la segunda oreja para el diestro, pero ésta no fue concedida con muy buen criterio.
Completó la terna el voluntarioso, trabajador, entregado en todos los tercios David Fandila. Muy aplaudido en los seis pares de banderillas que colocó a ambos enemigos que le tocaron en suerte «farolero» y «camposolo«, éste un colorado ojo de perdiz más armado y cuajado como toro que aquél. A su primero lo recibió con una larga de rodillas y así inició la faena de muleta. Venido a menos el empuje de la res, falló a espadas pinchando dos veces hasta obtener la media que acabó con su vida. En el que cerraba plaza, de cambiante comportamiento en cada uno de los tercios, lo intentó. Una estocada trasera marcando bien los tiempos y dos golpes de verduguillo finiquitaron la corrida.
Y para mañana se anuncia al torero Leandro en sustitución del lesionado Manzanares, con lo que el festejo queda de esta forma: Toros de Daniel Ruiz para Manolo Sánchez, El Juli y el propio Leandro.
Hay que ver cómo está la enfermería de los toreros al llegar septiembre. El cartel más redondo con Juli, Manzanares y Perera para despachar lo de Daniel Ruiz de la feria, se ha quedado en el anunciado, aunque no obstante los diestros que van a venir merecen el apoyo, el aplauso y el seguimiento porque esta corrida puede resultar magnífica y espectacular, si todo sale como ellos mismos esperan. De corazón lo deseamos.
Deja una respuesta