Triunfal corrida para celebrar al patrón de Valladolid y de los toreros un día después de la efeméride del santo torero porque ya se sabe que todos los santos tienen novena, con la salida a hombros por la puerta grande de Emilio de Justo y Andrés Roca Rey entre vítores y aplausos del público que les esperaba en la calle.
La verdad que la corrida ha estado entretenida, un pelín larga pues el reloj llegó a marcar tres horas de función y eso, lo miremos como lo miremos, parece excesivo pues ello, aparte de alargar las faenas en tiempo por lo que el clarín de avisos sonó para todos los diestros, el recorrer el anillo con las orejas triunfales, marcaron al final tres horas íntegras.
Y vamos a la crónica de la corrida en la que se han lidiado seis ejemplares de Garcigrande corridos en 3º,4º,5º, y 6º lugar y Domingo Hernández en 1º y 2º. Fueron aplaudidos en el arrastre el 2º y 3º de nombres «fanfarrón» y «lanzador» que dieron en la báscula 578 y 481 kg. Y con división de opiniones, pitos y aplausos, «patricio» de 524 kg.
Había ganas de toros en Valladolid en la gente y además la empresa que estrenaba gestión logró llenar el coso vallisoletano, pese a competir a la misma hora con el partido de fútbol en el que se jugaba casi, casi la permanencia el Real Valladolid. Todo un reto superado por TAUROEMOCIÓN ofreciendo festejos para una feria muy digna, respetable y respetuosa.
Talavante estuvo frío y desangelado toda la tarde. Tirando líneas, intentándolo pero sin acierto. Bien es verdad que el lote no quiso colaborar, como dicen los cursis, con el buen torero extremeño. Sacó a los medios al toro, primero de su lote, que dio muestras de escasas fuerzas y pese a gritarle: ¡Vamos, toro! en cada cite, el animal al que habían castigado con una varita y a otra cosa mariposa, fue cuadrado y, tras pinchar por dos veces, logró una estocada tendida y trasera, recibiendo un aviso del usía, firmando un sainete con el descabello. Pitos.
Con el cuarto al que Manuel Cid le colocó una buena vara de castigo, la voluntad de Talavante se acrecentó por agradar. Despachó al burel con una estocada entera, recibiendo el aviso del palco y varios golpes de verduguillo con lo que se silenció su labor.
Menos mal que llegó Emilio de Justo para enfrentarse a «fanfarrón» de Domingo Hernández, el mejor del encierro, que hizo una buena pelea en varas, metiendo los riñones a la puya de Germán González. Emilio realizó un quite por chicuelinas y el remate a una mano, muy aplaudido. Brindó a Roberto Domínguez y su faena fue un canto al temple y al dominio del tiempo de la embestida del toro. Bravo el toro respondía al torero de Torrejoncillo en una soberana faena bien construida por ambas manos y rubricada con estocada entera algo atravesada. Recibió un aviso y las dos orejas cayeron en su esportón al doblar el ejemplar de Domingo Hernández.
Ante el quinto, bronco y algo rebrincado le instrumentó una faena entregada y poderosa a los sones del pasodoble «Morante de la Puebla», magistralmente interpretado por la Banda de Música de Íscar. La faena la puso toda ella el torero, exprimiendo al ejemplar como un limón. Acabó con el Garcigrande de una estocada entera. Recibió un recado en forma de aviso, preludio de la petición de oreja que le fue concedida.
Y Andrés Roca Rey, el más joven de la terna, se llevó otras tres orejas en su esportón. Al tercero de la tarde, un toro terciado lo dejó prácticamente entero y tras un quite variado y aplaudido, empezó su faena con estatuarios. Ya metido en faena, llevó y trajo al toro en un palmo de terreno, en una baldosa que se dice, pues el ejemplar se movía y galopaba. Citando en un terreno comprometido hizo del toro un ovillo de lana, haciéndole girar alrededor de la rueca de su talle espigado. ¡Qué oficio tiene este diestro peruano!. Propina una estocada y es cogido y volteado al entrar a matar, saliendo indemne del lance aparentemente, aunque con cierta cojera por causa del vaivén. Esto hace que el público le grite con fuerza: !torero, torero! consiguiendo las dos orejas de su enemigo.
Una más cortaría al que cerraba plaza, el manso del encierro al que Roca Rey sacó leche de un botijo. Hay un momento curioso cuando al pasar de muleta el animal le suelta un pinche y le alcanza en la pierna derecha. Sobreponiéndose al dolor le recetó una estocada al burel y, tras un aviso, le entregaron la oreja que paseó ufano y alegre entre las aclamaciones del público.
Al final del festejo los dos toreros, Emilio De Justo y Roca Rey salieron a hombros de la plaza.
En el siguiente reportaje de José FERMÍN RODRÍGUEZ algunos de los mejores momentos de la tarde
FICHA DE LA CORRIDA:
Valladolid. Corrida de toros. Lleno.
Toros de Garcigrande y Domingo Hernández, bravos y nobles, excepto el sexto, manso, para
Talavante, pitos y silencio.
Emilio de Justo, dos orejas y oreja.
Roca Rey, dos orejas y oreja.
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