Lluvia de trofeos a la terna actuante de esta tarde en la corrida mixta de Vitigudino que fue, al igual que las obras musicales de arte, in crescendo a medida que avanzaba la interpretación. Bien es verdad que la generosa exquisitez del palco por premiar con orejas y orejas la labor de los diestros no es óbice para desmerecer el triunfo final de sus componentes, pues tanto el centauro Leonardo Hernández como El Cordobés y el Capea, ambos en lidia ordinaria a pie rubricaron su excelente momento por el que atraviesan.
Tres cuartos de plaza dentro del aforo permitido y un sin fin de anécdotas que contar desde el comienzo del acceso al tendido hasta el final del festejo. Pero bueno todo es cuestión de darlo a barato y disculpar los errores, como el del pintor que pinta con amor la raya de picadores al que le salió picudo el círculo al enlazar las líneas, juntándose la interior con la exterior entre la hilaridad del público y la sorpresa final del artista. No le fue a la zaga el vehículo todoterreno de Vitigudino que alisó el ruedo en un santiamén, tras el rejoneo y pisotones de los caballos de Leonardo Hernández.
Eso es algo que tal vez debiera tenerse en cuenta y no abrir el rejoneador las corridas mixtas sino actuar en tercer y sexto lugar para evitar estas demoras, esperas y tránsitos que enfrían la afición.
Y vamos a la corrida en sí que echó Tauroemoción en este día de San Roque en la localidad natal de Su Majestad el Viti.
Se han lidiado dos toros para rejones del Capea, uno de trapío más que dudoso que abrió plaza y fue silbado por la concurrencia y el otro con más peso, genio, raza y bravura que mereció el pañuelo azul para premiarle con la vuelta al ruedo y la salida de su criador, el torero Pedro Moya «Niño de la Capea», al albero desde donde recogió la ovación que le tributaron los espectadores.
Me ha gustado sobremanera la forma de rejonear y cabalgar, meter al público en la faena y solventar con acierto todas las evoluciones del jinete Leonardo Hernández, el hombre de chicle por la forma de doblarse en la cabalgadura, como si no tuviera huesos y realizar alardes y toques de testuz del animal con apasionamiento y entrega.
Muy bien ha estado Leonardo con el segundo de su lote, un toro murubeño del Capea que fue ágil, embistió con alegría e incansable al que despachó de un rejón en todo lo alto que le hiciaron acreedor de las dos orejas y el rabo del animal.
Manolo Díaz el Cordobés, en su línea de siempre, entregado y entre los cuernos de la luna y del toro, jaleando él mismo al tendido y los espectadores aplaudiéndole los desplantes. Frente al primero de su lote un toro noble de los Hermanos Revesado El Cordobés logró cortar las dos orejas del ejemplar, pese a la estocada trasera con la que despachó al burel. Sus desplantes, alardes y confianza en lo que hacía le valieron este reconocimiento, rubricado con el segundo del lote, un sobrero de la misma ganadería que sustituyó al titular por dar muestras de estar toreado y ser imposible ni banderillearle. El pañuelo verde lo mandó al corral.
Pedro Gutiérrez «El Capea» recibió al suyo con una larga de rodillas en el tercio para después seguir con lances a la verónica aplaudidos. Tras brindar al público cimentó sobre la mano derecha un buen y perfecto inicio de faena, llegando a mostrar temple y cadencia en sus muletazos. Tras finiquitar con una estocada entera y tendida, y un golpe de descabello, fue premiado con las dos orejas de su enemigo. Idéntico bagaje y resultado ante el que cerró plaza.
Al final del festejo los tres salieron a hombros, titilando las lucecillas del traje de torear y cuando la noche abrigaba con su manto a Vitigudino, del coso polvoriento y de incómoda entrada para acceder al tendido y es que estas plazas de antiguo ya deberían haber sido convenientemente remodeladas en su estructura pues en estos tiempos estos vestigios que estuvieron hechos para otra época hoy ya no tienen sentido práctico.
FICHA DE LA CORRIDA:
Vitigudino. Corrida de toros mixta. Tres cuartos de entrada. Miguel Ángel Sánchez actuó de sobresaliente.
Toros de Capea para rejones, uno de ellos premiado con el pañuelo azul.
Cuatro de Torrealba, bien presentados, nobles y bravos para
Leonardo Hernández, silencio y dos orejas y rabo.
Manuel Díaz el Cordobés, dos orejas y dos orejas.
Pedro Gutiérrez «El Capea», dos orejas y dos orejas.
Fotografías: JOSÉ FERMÍN RODRÍGUEZ
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