Y eso que Miguel Ángel Perera salió por la puerta grande tras cortar dos orejas a su lote, una en cada toro, pero la corrida de los Hermanos García Jiménez lidiada en Valladolid no tuvo fuelle en su embestida, tan solo una chispa de nobleza y poco más. Y eso que estaba la esperanza en el albero, toda vez que la bravura demostrada en los novillos de ayer hacía presagiar un resultado mejor en lo que hace referencia al dechado de bravura de estos animales que pastan en el Cabaco. Bien es verdad que solo fue sobre el papel un espejismo, a juzgar por lo visto en la lidia de los toros.
Enrique Ponce, el maestro de Chiva, esforzado por agradar a la concurrencia que se dio cita en el tendido del coso vallisoletano llenándolo en casi tres cuartos de aforo, estuvo con ganas ante el sobrero de Moisés Fraile que sustituyó al titular «fanfarrón» que abrió plaza y que envió al corral exhibiendo el pañuelo verde el Presidente de la corrida, Félix Feliz. El toro «lavador» revolcó en banderillas al subalterno Guillermo Barbero que se encontraba ayudando a los compañeros en la lidia. Con la muleta Ponce intentó atemperar las tarascadas, forzando la figura y yéndose como le gritaron los suyos «arriba con él» , sin poder exhibir el toreo a que nos tiene acostumbrados. El veterano maestro enseñó sus argumentos toreros, adquiridos en su dilatada vida profesional, y le enjaretó al de Fraile una serie final aceptable. Recetó al toro una estocada desprendida y, tras despacharlo al desolladero, escuchó una ovación cariñosa a la que correspondió saludando desde el tercio.
En su segundo, el «habanero» de Olga Jiménez, flojo, encastadito y con poca fuerza que brindó al público, toreó con la muleta a media altura, esforzándose con mucho oficio, que agradeció el respetable. Tras lograr la estocada, fue premiado con una oreja que paseó sonriente alrededor del anillo.
Miguel Ángel Perera que hacía por su altura aún más mermada la talla del toro «descreído» pese a que señaló la tablilla con 489 Kilos de peso, dio un pase cambiado citando desde el centro del ruedo al ejemplar que acudió con alegría. Terminada esa serie con ese pase que llaman de las flores, el animal se marchitó prácticamente para el resto de la faena. No obstante, al lograr una buena estocada, los pañuelos pidieron la oreja que le fue concedida.
En el quinto fue aplaudido su subalterno Guillermo Barbero al colocar con cierta gracia un buen par de banderillas. Sostuvo al animal con mucho oficio y logró una estocada haciendo la suerte perfectamente, aunque se le quedara un dedo desprendida. Ello no fue obstáculo para recibir otra oreja del usía, lo que le garantizó la salida en triunfo por la puerta grande.
Completaba la terna Alejandro Talavante, el torero que tiene una cita honrosa, decisiva para su vida torera y de mucha responsabilidad dentro de unos días en Madrid y que traía en su mano izquierda un vendaje compresivo de color gris protector de huesos de mano y muñeca. No tuvo ni suerte ni éxito en su comparecencia en Valladolid, recibiendo además un golpe en el antebrazo al darle la pala del pitón en uno de los múltiples intentos por entrar a matar en el que cerraba festejo.
El primero de su lote fue protestado por el público y mostró Talavante voluntad para doblegar la embestida imposible, pero al no tenerse prácticamente en pie el ejemplar, las opciones de mostrar su torería quedaron reducidas a la nada. Lo mató de una estocada trasera, recibiendo el silencio del público.
En el que cerró corrida que brindó al público inició con unos pases por alto dados en el centro del platillo y el resto de la faena transcurrió sin demasiada chispa por la sosería del «filósofo». Al llegar la suerte de matar, Talavante dio un sainete al pinchar cuatro veces sin soltar recibiendo un aviso. Estaban los aires con el eco del sonido del clarín cuando clavó la estocada que mandó al desolladero al toro.
En resumen, una corrida que pasó prácticamente sin pena ni gloria por el mal juego y la flojera de los toros, con la decepción pintada a la salida en muchos rostros de los aficionados que presenciaron en directo este festejo en honor de San Pedro Regalado, patrón de Valladolid y de los toreros, donde la torería de Ponce se destapó a cuentagotas, las ganas por agradar de Miguel Ángel Perera y la floja intervención de Alejandro Talavante fueron notas que completaron su actuación ante un encierro flojo, justo de presentación, sin fuerza pero noble de los Hermanos García Jiménez. Pero con un nutrido y animoso grupo de jóvenes presentes en el tendido que acompañaron a Perera en su salida a hombros. Y mañana, será otro día.
Fotos y Reportaje gráfico: José SALVADOR.
Esplanada dice
Bueno mas que corrida una novilladita con nobleza y escasisima fuerza pero impropia de una plaza de 2ª como Valladolid,pero claro eran figuras y si hay figuras en el ruedo ya se sabe,sobre todo el 2º de Perera impresentable,sin trapio y de los que quitan ganas de ir a la plaza,pero bueno allí estaba Matilla con el todo vale y si no hay protestas adelante pero el mayor rechazo a estos festejos ya no e´stá en la plaza sino en la asistencia.
Otro detalle penoso es que yo creo que Ponce ya está para festejos como este y para de contar,ahora bien patético Mariano de la Viña tanto de capote como en la lidia y sobre todo al entrar a formar parte del carrusel de pedingüeños al solicitar a viva voz la oreja para su matador y hasta con gestos claros hacia el palco.Penoso que alguien que ha sido un figura de los banderilleros pueda haber caido en algo tan ruin