La desgracia se cierne sobre ella. Sería la mejor conclusión, después de ver cómo instituciones políticas entran de hoz y coz en aquellos sitios donde les conviene, porque creen tener en ellos un caladero de votos y apoyos que, a la hora de la verdad, ni existen ni existirán nunca. Que la política, una de las actividades humanas más noble y ennoblecedora por sí misma, aunque apestada por algunas personas que han hecho de ella su modo de vida y actitud al contraponer sus ansias egoístas, apetencias personales, filias y fobias, ha llegado a devaluar la fiesta de toros en sí que existe hasta un miedo cerval entre aquellos que en lugar de defenderla, prefieren ponerse de perfil para evitar ser señalados como «amigos de los toros» y cuanto ello significa.
Los políticos de por sí suelen ser miedosos cuando ven peligrar su status «profesional», mejor habría que decir como en el mundo de los toros «vocacional», para no creerse dueños y señores de vidas y haciendas de los demás; los políticos, digo, amedrentados cuando ven que alguien les sopla al oído o encogidos si les cantan las verdades del barquero, no ya con la palabra, sino con la acción y protesta manifestadas en la calle o en lugares públicos y sitios han tomado la Tauromaquia como rehén, como objeto de sus ataques y como distracción de la sociedad que mira.
En esto de la Tauromaquia parece como si la mayoría silenciosa estuviera latente e invernada en su caparazón como el paramecio antes de despertar a la actividad, sin dedicar siquiera tiempo y dinero a defenderse de los furibundos ataques que surgen, han surgido y surgirán en el camino de su evolución, de su cambio, de su paso. Tan solo encogiéndose de hombros como si con ella, la mayoría silenciosa, no fuera. Y mientras tanto, la minoría valiente y aguerrida, siempre en manada, planta cara y quiere enterrar una actividad tan noble y hermosa como la suerte del toro de lidia.
Políticos, a veces de medio pelo, que van a salto de mata intentando entender a una sociedad variada y variable a la que dicen servir y ellos mismos han elegido como objeto de su actividad, aunque su inclinación debería ser mejorable o al menos algo más aséptica en sus decisiones sobre todo en aquellas alcanzadas por el buenismo imperante de un tiempo cargado de intranquilidad y desasosiego.
Cuando la política, muy jaleada por los medios de comunicación interesados casi siempre en obtener su favor, se mete a torear es posible que reciba también una cornada del abanto, un revolcón o una lesión más o menos importante. Y a la vista de los acontecimientos está: Hoy mismo, aunque hastiados y ahítos, hartos y satisfechos, de tanta polémica sentimentalista, tanta mediocridad embobadora y tanta destrucción de casi todos los valores del ayer, un debate entre taurinos y antitaurinos serviría a una programación con atención diversa.
El político, gustoso siempre en legislar, ordenar y mandar sobre todo lo que le rodea, ya sea divino o humano, se ha metido a torero o animalista y sus palabras con eco que caen una y otra vez en la sociedad como lluvia fina, que no reparadora y fértil, contribuyen activamente a romper la espontaneidad que siempre tiene la fiesta, máxime la de los toros. Y políticos lo son todos, desde el concejal del ayuntamiento metido a organizar festejos taurinos, al alcalde que quita o pone los mismos en su pueblo, condicionado por sus ideas, las circunstancias y la gente, hasta el que bienvive en despachos de moqueta, lujo y calidad.
El mal de los toros en España es la atención tan excesiva a la que dedican sus esfuerzos los políticos que quieren arrancar a los demás su corazón tradicional, sentimental y genuino para sustituirlo por el cobijo, agrado, balido y silencio de corderos que todo lo aceptan y no rechistan ni al ladrido del perro, al varazo del pastor ni a la puntilla del matarife.
Fotos: José FERMÍN Rodríguez
Culturas Taurinas de Francia dice
Nueva condena en Francia, que no deja impunes a los antitaurinos que no cumplen las leyes. El Presidente del Observatorio Nacional de las Culturas Taurinas de Francia aporta que la justicia gala ha condenado a dos activistas antitaurinas a pagar 1.500 € de multa cada una.
La sanción impuesta se debe a que se les considera responsables de la organización de una manifestación antitaurina no autorizada en la ciudad de Nimes.
Francia lleva tiempo trabajando muy bien la defensa jurídica contra las actividades ilícitas y provocadoras de los antitaurinos
PEPE LUIS dice
Pues no estarìa demàs que siguièramos la estela de Francia ya que no somos capaces de abrir nuestro propio camino.