El novillero alcarreño Curro de la Casa hizo lo mejorcito de la tarde en la primera de la feria de San Antolín en Palencia logrando cortar dos orejas, una en cada novillo de su lote, y abriendo merecidamente la puerta grande de la Plaza de Campos góticos.
Se lidiaron seis novillos de Pedrés, bien presentados, flojos y nobles por Diego Hermosilla, silencio en ambos; Javier Jiménez, silencio en los dos y el citado Curro de la Casa, oreja y oreja. El banderillero de Jiménez «Lipi» fue ovacionado y se desmonteró tras dos soberbios pares de banderillas, haciendo la suerte con gracia, gusto, elegancia y clavando arriba, saliendo airoso de la suerte. En la lidia a pie los lances estuvieron en el subalterno Mario Campillo ante el cuarto de la tarde al que se hartó de darle pases con el capote para colocarle en la suerte del caballo, abusando de su toreo. Bien es verdad que el animal era todo un torete de 481 kg de romana. Y en el quinto, todo un tío, el más cuajado del encierro con casi media tonelada de peso que derribó estrepitosamente al varilarguero encargado de picarle que tuvo los pitones a escasos centímetros de su cuerpo y a punto de causarle una cogida que, gracias a Dios, no se produjo por la rapidez de los compañeros en llevarse al morlaco.
Poca gracia y menos fuerza desarrolló la novillada de Martínez Pedrés que abría la feria y que cualquier novillero soñaría con someter y torear en una plaza tan acogedora, cómoda y amable como la de Palencia.
Destacar entre los brindis el realizado por Javier Jiménez a Carlos Martín Santoyo y Manolo Illana, de Castilla y León televisión, aunque por aquello de recoger lo que caiga del cielo, la montera la recibió Julio Cayón, el buen concejal leonés aficionado, que se encontraba entre ambos en el callejón de la plaza.
Y esta novillada fue vista por un cuarto de plaza, cuyos espectadores guardaron un respetuoso minuto de silencio al romper el paseíllo por el eterno descanso del alcalde de Ampudia, Domingo Gómez, un extraordinario aficionado de la plaza de Palencia que era enterrado a la misma hora del arranque de la feria taurina palentina.
La verdad es que es difícil escribir una crónica más o menos apañada para contar lo que la terna realizó ante los flojos utreros de Pedrés. Lástima de animales que no podían ni con su esqueleto ni con su «alma», como se dice vulgarmente. Bonitos de hechuras los novillos adolecieron de fuerza, querían pero no podían, pero para el lector y seguidor de esta página que no pudieron estar es preciso decirles algo de lo sucedido, poco la verdad, salvo los entretenidos comentarios con el decano de la prensa de Valladolid José Luis Lera, Javier López del ABC y Pepe Estévez entre toro y toro, poco más que nada entre dos platos. La novillada, una más, no quedará grabada en los anales de la historia. Pero así son las cosas.
Lidió a su primero Diego Hermosilla con cierta soltura y gracejo torero, pero fuera por el topetazo que el animal propinó a uno de sus peones cuando se acogía a sagrado en la tronera del burladero y que no le dio tiempo a meter la pierna ante la embestida del burel, fuera porque estaba abriendo boca en la novillada, se le pasó la faena y, tras cuadrar, le propinó una estocada algo caída quedando los tendidos mudos o dicho con más propiedad, silenciando la labor del diestro gaditano afincado en Navarra.
En su segundo se le notó aperreado como no queriendo saber nada del flojito torete. Mal lidiado por la cuadrilla, lo despachó de pinchazo y estocada, recibiendo de nuevo el silencio del público.
Javier Jiménez, el más toreado y placeado de terna, demostró en su lote el oficio y buen hacer, mejor con el quinto que con el segundo hasta que aguantó el toro, un tío al que recibió con una larga de rodillas, pero que al rajársele en la faena de muleta, donde intentó bajarle la mano, se acabó lo que se daba. Una estocada caída al segundo de la tarde y un pinchazo hondo en el sitio al quinto acabaron con su presencia en Palencia.
Quien se llevó el gato al agua fue el torero de Guadalajara Curro de la Casa, valiente y entregado en su faena, queriendo colocarse para citar en rectitud. Al tercero le enjaretó un par de series por el pitón de recho muy aseadas y al que cerraba plaza lo citó a pies juntos desde la boca de riego, sin moverse.El resto de la faena aseadita y correcta, logrando despachar al toro con una estocada, muy bien hecha la suerte en el tercero, con la mano izquierda dando el golpe para que el animal descubriera la muerte y algo tendida pero efectiva en el que cerraba plaza y corrida.
En resumen, una novillada de Pedrés en Palencia bien presentada, noble y escasa de fuelle, donde lo mejor de todo lo puso un muchacho, Curro de la Casa, que quiso y en ocasiones logró dar a los espectadores miel de la Alcarria de su arte y que abrió la puerta grande por primera vez en esta feria de San Antolín.
Fotos: J. López
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