Empezó el ciclo de novilladas en la localidad vallisoletana de Pedrajas de San Esteban que rinde pleitesía a su patrón San Agustín. Para esta primera de la feria aparecieron en el portón de cuadrillas los anunciados Damián Castaño y el colombiano Juan Viriato, completando el cartel Sergio Blasco, el novillero de Talavera de la Reina, en lugar del venezolano Fabio Castañeda.
Razones de imposibilidad material han hecho a la organización cambiar el día de actuación de Blasco que estaba anunciado para el próximo domingo por Castañeda que será quien haga el paseíllo ese día. También se anuncia un cambio, esta vez en el festejo de mañana sábado, acartelando a Jesús Fernández, triunfador en Barcelona, en sustitución de Milagros del Perú que no ha recibido aún el alta médica tras su último percance.
A lo que vamos. Mucho ambientillo en el callejón de la plaza con la alegría de siempre del iscariense Miguel Sanz y del alcalde de la localidad vecina, Alejandro García; el medinense Pedro Casares; Serrano el de las canales de los toros; Venancio, el transportista, que nos obsequió con almendras de dulce; el apoderado de Milagros del Perú; el padre de César Rincón, ganadero de El Torreón; Antonio Pérez, el ganadero titular del encierro lidiado hoy; las idas y venidas de Simón Caminero… En fin un grupo jovial y alegre que entretuvo la tarde como pudo, tal y como hicieron los casi dos tercios de plaza de espectadores que aplaudieron y silenciaron la labor torera de los intervinientes en la lidia.
En primer lugar, destacar el tino del Presidente de la corrida Javier Fernández para no dar el tercer aviso en el cuarto de la tarde a Sergio Blasco que se las vio y deseó para atronar el bronco, difícil y mansito toro de Pérez Angoso, que hacía hilo a los subalternos y daba arreones que le hicieron arrojar en dos ocasiones los trastos para coger el olivo.
Sergio Blasco pechó con el peor lote, dos mansotes, flojos y complicados. El que abrió plaza lidiado muy mal por la cuadrilla, tocándole las orejas al animal y haciéndole ser peor de lo que ya era. Blasco le enjaretó media docena de pases allá junto a la puerta de toriles y poco más. Recibió aplausos de la concurrencia en su primero y silencio en el cuarto.
Damián Castaño, bullidor, valeroso y confiado, entregado al público pedrajero desde que saltó el animal al ruedo. Además la lidia fue estupenda, especialmente a cargo de David Adalid que puso dos pares de banderillas por los que tuvo que desmonterarse. David, este subalterno de oro y muy profesional, echó una mano a los compañeros en los momentos de dificultad, ayudando, colocando al toro donde requería el diestro y haciendo de su profesión un auténtico lujo envidiable.
Pero vamos al matador salmantino, cuyas evoluciones fueron seguidas desde el tendido por su propio hermano Javier Castaño. Empezó de rodillas su trasteo, con lo que puso la plaza a su favor. Muy aplaudido tanto por la derecha como por el pitón izquierdo. Se le vio con ganas, ofreciendo la muleta y citando en la distancia al ejemplar de Pérez Angoso que resultó bravo.
Cuando tras la estocada, tirada con fe, envió al desolladero a su enemigo, la gente aplaudió al toro y pidió con fuerza las orejas para Damián que le fueron concedidas, pese a haber pinchado trasero en un primer intento, lo que le garantizó la salida a hombros del coso pedrajero.
En el quinto, manso de solemnidad y buscando la huida, recibió un aviso y, aunque logró una estocada algo trasera, íntentó descabellar varias veces al animal sin ningún acierto, debido a la poca fuerza en la muñeca, tras la escayola que le ha sido retirada recientemente. Por fin, el toro dobló y Castaño acogió el silencio del tendido.
Completaba terna y corrida el colombiano Juan Viriato que mostró una clase torera inusitada con el sexto de la tarde, el mejor novillo del encierro. Se embraguetó y soñó con el toreo este muchacho del otro lado del charco. Había brindado al público la faena y postrado de hinojos en el centro del ruedo llamó al ejemplar que acudió noble y con alegría. Luego ya en pie toreó por la derecha y por la izquierda, mostrando la calidad que atesora en sus pases, aunque en otros momentos la sosería sea nota del adobo en la faena, lo que disgusta al personal. Algunos de sus pases, fueron de plasticidad, entonados y bellos. Un estoconazo hasta la mano le otorgó una oreja del ejemplar.
En resumen, acogidos en Pedrajas de San Esteban con una banda de música que suena especialmente bien en el recinto, empezó la feria del Piñón de oro para la clase novilleril de chavales que esperan algún día obtener la diplomatura en tauromaquia.
FICHA DE LA CORRIDA:
Plaza de Pedrajas de San Esteban. Casi tres cuartos.
Novillos de Pérez Angoso, mansos tres de ellos; dos bravos y encastados y uno bronco y difícil para
Sergio Blasco, aplausos y silencio.
Damián Castaño, dos orejas y silencio
Juan Viriato, silencio y una oreja.
REPORTAJE GRÁFICO: José Fermín Rodríguez .
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