Este novillero de Laguna de Duero que tiene ahora mismo dieciocho primaveras cumplidas, de carácter serio y desparpajo evidente en sus andares ante el novillo y también en sus instantes de concentración en los patios de cuadrillas, ha sido el ganador del Ciclo de novilladas sin caballos celebrado en la garbancera localidad de Fuentesaúco.
Le vimos en Simancas recientemente conformar un toreo de suavidad, temple y galanura que despertó la atención del mundillo taurino. Y Daniel marcha, evoluciona, avanza poco a poco, sin prisas pero sin pausas. Esta profesión de ser torero exige no solo vocación de serlo sino también de quererla y amarla sobre todas las cosas.
En todo momento hace canto destacado de su Escuela taurina de Salamanca dirigida por José Ignacio Sánchez y que gracias a la Diputación y su entrega en forma de ayuda presta a la escuela una impagable acción en la que sus alumnos puedan tentar en las distintas ganaderías y torear en muchos pueblos.» Es una labor de admirar» sin duda alguna.
Ilusionados por ver el nacimiento de un torero nos fuimos el domingo pasado a Fuentesaúco, pese a la inclemencia del tiempo, la lluvia y el barro, y obviando la comodidad de ver sentado en casa en el televisor las evoluciones del toreo de este muchacho y de sus compañeros de terna, para pisar el mismo ruedo en que ellos iban actuar. Y allí en uno de los burladeros del callejón seguimos con interés y atención las actuaciones, bien es verdad que chubasquero puesto y paraguas en mano.
La actuación de los tres, casi siempre vista con el alma en vilo, por aquello del inoportuno resbalón ante la cara del novillo, al estar hecho un barrizal el coso saucano, rayó en lo épico y en lo grandioso ilusionado. Los tres muchachos torearon cuanto pudieron y lidiaron los erales de Valrubio t López Chaves con entrega, decisión y una más que forjada actitud de sí mismos que conseguían la aptitud en cada lance.
Verdad es que, y así me expliqué en la crónica del festejo, torear con estos barrizales y agua de lluvia es un riesgo evidente que corren los toreros, pero que al ser mayor sus deseos que su integridad, tiran para adelante aún a riesgo y ventura de su físico.
Daniel Medina estuvo muy bien, aseado y con un tono más que notable ante el de López Chavez, noble y bravo, que le tocó en primer lugar y luego con el ensabanado que cerró festejo rubricó con creces su decidida apuesta por esta profesión de torero y ahí era cuando el piso ya estaba en imposibles condiciones no ya de lucimiento, sino simplemente para moverse.
En fin. Daniel Medina es un novillero que nace en esta tierra tan carente últimamente de ellos. Que sea para bien.
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