Con cuentagotas estamos viendo algunos festejos taurinos en forma de corridas o novilladas sin picadores como las protagonizadas ayer en Linares o en Añover de Tajo, comunidades de Andalucía o Castilla la Mancha y en la Glorieta salmantina las llamadas clases prácticas. Un bagaje escaso, pequeño, mínimo que tan solo da para abrir boca en un aperitivo nacional demasiado escaso. Sergio Serrano, Juan Leal y José Garrido la terna de uno de los festejos y Juan Ortega, Álvaro Lorenzo y Daniel Crespo en el otro son los seis diestros que tuvieron la fortuna de hacer el paseíllo ayer domingo, uno de los que si las cosas marcharan bien hubiera sido de amplio espectro y carteles diversos por muchas ciudades y pueblos. Entre los novilleros que han podido vestirse de luces Fernández Ríos, Jesús Rivero y Curro Ortiz en San Lúcar de Barrameda.
Hoy los mugidos de los toros ni se oyen en campos ni calles y apenas en plazas como este fatal año se está viendo. No hay toros populares por aquello de la sanidad lo primero, no hay festejos, no hay pueblos en fiestas. Todo está lleno de silencio e incertidumbre.
Pero el comentario va hacia Toledo, en Añover de Tajo, cuya mirada al mismo podría servir para recapacitación de profesionales, figuras del toreo y a sus seguidores incondicionales, ante un festejo que debería hacerles pensar serenamente, si es que tal cosa es posible, llenándose de decisión para salir de una vez a dar la cara por la Tauromaquia. Los toros de ayer en Añover de Tajo, excelentes de trapío, serios y mejor presentados, de Murteira Grave destapan las carencias de muchas cosas que rodean a la fiesta y la diluyen poco a poco en el silencio, la desolación y la amargura del lamento.
Dar la cara por la Tauromaquia es un empresa que se está poniendo cada vez más difícil y complicada: Los ganaderos, resistiendo como gatos panza arriba, el azote de la pandemia, perdiendo dinero, trabajo y esfuerzo porque sus toros comen todos los días y, si la cartera afloja, el aguante agropecuario tiene un límite. Los empresarios taurinos que se consideran fuertes ante las medidas de la administración por causa de la pandemia fijando el aforo en menos de la mitad del mismo y con los altos precios de contratos que merecen y exigen las figuras, dan marcha atrás en la organización, uniéndose a ello la práctica prohibición de actos taurinos por aquello de la rentabilidad imposible. Mientras otros empresarios pequeños, anhelantes de entrar en el reparto del pastel cada vez con menos crema, han sido capaces de poner en marcha festejos taurinos.
En fin. Quiero destacar la labor de apoyo de TV Castilla la Mancha Media retransmitiendo en abierto, por internet, streming y para todo el mundo los festejos a los que acercan sus cámaras y si algunas de las cadenas autonómicas, como Telemadrid o Castilla y León hicieran lo mismo, a buen seguro que serviría para dar aliento, yo más bien diría que respiración asistida, a una fiesta de toros tocada de ala por las perdigonadas y cortapisas de un virus canalla y los desprecios de los responsables políticos.
Fot:José FERMÍN Rodríguez
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