Una novillada con picadores para el diestro local Darío Domínguez que lidió de luces dos utreros de Agustínez y de Guadaira y un elenco de cortadores denominado «campeón de campeones» a continuación del festejo abrieron de par en par la feria de Íscar que organiza el Ayuntamiento con la gestión y dirección de Pepe Amilburu.
Un festejo extraño cuando menos y que no tiene demasiado predicamento por poco habitual concitó la presencia de algo más de media plaza en la cubierta de Íscar. Un público respetuoso que guardó un minuto de silencio por el fallecimiento de Juan Hernansanz un distinguido miembro de la Peña de El Abuelo y dirigente de la Asociación taurina y cultural de Íscar, cuando el novillero local acompañado de su cuadrilla y el sobresaliente Carlos García completaban el paseíllo.
En lidia ordinaria salió primero un novillo toro de Agustínez, alto de agujas, cuajado, noble y bravo que empujó con riñones al caballo, bien lidiado por Jesús Herrero, a quien Darío toreó por el pitón derecho casi exclusivamente en su faena de muleta. Al torero se le veía con no demasiado aplomo y oficio, sin mostrar seguridad completa, con cierta intranquilidad, mirando al callejón más de la cuenta para recibir las instrucciones de sus mentores, especialmente el torero cuellerano Javier Herrero. Tan solo un par de derechazos bien templados y de entrega sirvieron para que el público, cariñoso con su paisano, le aplaudiera. Luego, cuando tomó la franela con la mano izquierda y citó al villagodio de Agustínez, al vencerse por ese pitón el animal, optó el diestro por cambiar de nuevo a la derecha, asentando ya los pies y logrando un final de faena algo más entonado.
Mal con la tizona pinchó dos veces de mala manera y logró por fin la estocada que mandó al animal al desolladero tras una carrera en balde del tiro de mulillas que se asustó y echó a correr sin arrastrar al ejemplar.
Serenados los ánimos tras la espaciosa vuelta al ruedo con la oreja de premio concedida, pese a la escasa petición, y con el olvido imperdonable de no saludar a la Presidencia cuando recibió el trofeo del alguacillo, salió el segundo novillo esta vez de la ganadería sevillana de Guadaira.
Un ejemplar de triunfo rotundo, bravo, duro, encastado, noble, un jandilla espectacular al que abanicaron en el caballo por tres veces y que derribó al picador en la primera vara. Mostró bravura y embestida con el rabo tieso, yendo largo a la muleta de Darío. Un novillo de bandera que hubiera sido capaz de poner un triunfo espectacular en las manos del torero iscariense de haberse mostrado más entregado y con deseos de triunfo. Hay una serie muy buena de Darío con la izquierda, mano sobre la que basó casi toda su faena porque el animal iba más franco y alegre por ese pitón. Luego con la espada pasó un quinario el torero, pinchando varias veces y recibiendo un aviso, hasta que, armado del verduguillo, acertó a finiquitar al de Guadaira, sustituto del anunciado de Agustínez que se lesionó en los corrales, quedando imposible para la lidia.
En resumidas cuentas. Se le ha ido hoy una oportunidad inmejorable en la plaza de Íscar al torero local Darío Domínguez. El deseo de todos es que ojalá recupere el sitio y la decisión clarividente que nunca puede faltar a quien se enfrenta a un toro bravo y aunque una mala tarde la tiene cualquiera, la racha tal vez cambie en otra ocasión.
Y mañana una gran corrida de toros de los Hermanos Domínguez Camacho para Curro Díaz, Paco Ureña y Fortes, casi nada al aparato.
CAMPEÓN DE CAMPEONES
Seguidamente un grupo de catorce cortadores hicieron las delicias de los espectadores con quiebros, cortes y recortes inverosímiles ante la cara de los toros que Amilburu ha traído a la Feria de Íscar de Rocío de la Cámara, siendo proclamado ganador Sergio García «Tororo».
FOTOGRAFÍAS: José FERMÍN Rodríguez.
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