Tres horas y diez minutos después del comienzo concluyó la novillada concurso celebrada en Ledesma, y cuando ya casi la noche echaba su manto sacaban a hombros por la puerta grande entre los flash de los fotógrafos al novillero Alberto Escudero, tras desorejar por partida doble a «Cantillano» del Puerto de San Lorenzo, corrido en quinto lugar en el festejo.Tres cuartos de plaza estuvieron presentes en la novillada.
El toro vencedor este mismo «Cantillano» de 450 kg. de peso, bravo, excelente en la muleta, fue dos veces de largo al caballo, y colocado una tercera vez, desistieron de picarle de nuevo por la tardanza del novillo.
La mejor faena, a juicio del jurado, fue la de Ginés Marín, muy completa ante el cuarto de la tarde de Paco Madrazo.
Quien abrió la puerta grande por raza de novillero y emoción fue Alberto Escudero. Y vamos, poco a poco, al relato de lo visto en una tarde larga pero donde los seis novillos lidiados pusieron emoción, bravura y casta a repartir.
Por ser corrida concurso, primero los toros:
Abrió plaza y corrida «azulejo» de Espioja, 470 kilos de romana, bravo y noble, que recibió tres puyazos y sirvió en la muleta, aunque al final hiciera amago de rajarse en un par de ocasiones. Aplaudido en el arrastre.
En segundo lugar se lidió «Aviador» de Palla, con 430 kg. que fue codicioso y cada vez más largo al caballo. Bravo. Fue aplaudido cuando el tiro de mulillas lo llevaba al desolladero.
En tercer lugar salió «burlero«, de 435 Kg, de Valrubio, de excelente pinta, bravísimo, que tras la primera vara y dos volteretones impresionantes se escaderó, rompiéndose la cadera y teniendo que ser devuelto a los corrales en donde se le apuntilló. Se corrió el turno y salió un toro de Montalvo, de nombre «dolores» con 500 kilos, que fue tres veces al caballo, largo, galopando. Bravo.
En cuarto lugar salió «renerito» de Paco Madrazo, con 440 Kilos en el esqueleto. Noble y bravo, aunque el más flojo del encierro. Fue dos veces al caballo. Aplaudido en el arrastre.
En quinto lugar saltó a la arena»cantillano» del Puerto de San Lorenzo, bravo y encastado. Fue dos veces de largo al caballo con alegría y empujó con codicia al jaco. Aplaudido en el arrastre.
Cerró novillada «garbanzo» de López Chaves, que se arrancó tres veces de largo y con alegría al caballo de picar. Bravo.
Por resumir de forma abreviada toda la novillada ha sido especialmente encastada, brava y noble, con los toros bien presentados en cuajo y hechuras correspondientes a los encastes de cada ganadería. A mí me encantó el novillo de Paco Madrazo, un santacoloma que fue a más, a medida que iba transcurriendo la lidia y al que Ginés Marín le hizo una faena de calidad, completa, entregada y de temple.
De los diestros decir que a Ginés Marín se le ve placeado, puesto, con oficio y solvencia. En el que abrió plaza toreó muy bien con el capote, sacándole a los medios lucidamente, como si de un famoso torero extremeño se tratara. Luego con la muleta empezó de rodillas y le dio una serie muy aceptable por la derecha al burel. No obstante, el alargar demasiado la faena y la insistencia del torero por exprimir al novillo, junto a toriles, recibió un achuchón que le pudo haber lesionado seriamente, aunque todo quedó en un susto y la caída. Pero, ay amigo, en el cuarto de la tarde que brindó al empresario de la plaza José Ignacio Cascón, con series cortas por ambas manos enceló al animal y mostró al público el fundamento torero así como la solvencia que atesora este diestro. Con las orejas ganadas, falló a espadas pinchando al ejemplar en varias ocasiones.
Alberto Escudero que recibió a porta gayola a sus dos enemigos, mostró su cara de novillero que, aunque haya poco bagaje de actuaciones, sin embargo, llega al público y se gusta en sus faenas. Siempre elegante y suave ante el «aviador» de Palla le enjaretó una serie por la derecha, larga, muy aplaudida. Luego, el calvario de la espada, una estocada muy baja y una media aunque se haga bien la suerte no fue suficiente; el público le aplaudió con fuerza, recogiendo con saludos desde el tercio la ovación. Pero en el quinto, brindado a su abuelo, mostró por qué quiere ser novillero, superando las dificultades, sean las que sean, valiente y con decisión se la jugó además en la estocada, tirándose arriba y siendo prendido por el novillo que le dio una paliza de tente y no te menees. Muerto el novillo y mientras las asistencias le restañaban con agua fresca la conmoción, el tendido se pobló de pañuelos exigiendo el premio para el torero de Andrés Sánchez. Dos orejas y salida a hombros garantizada de la plaza de Ledesma.
Y Alejandro Marcos que como virtud atesora un gusto torero, una colocación, un duende, un manejo de trastos, desmayando la figura, de primerísimo nivel. Este chico torea con sentimiento y capacidad artística fuera de serie, aunque tiene un defecto que debe corregir y es el tiempo que tarda, al entrar a matar, descoordinando el golpe de muleta y la introducción del estoque en el cuerpo del animal. Un segundo vital para que se muestre la deficiencia que puede y debe ser corregida. Gusto y gracia de nuevo mostró ante el bravo de López Chaves que brindó a Minguín presente en el tendido. Abandonándose en la serie por la derecha, incluso recibió un achuchón sin importancia. Tras pinchar sin soltar, recibir un aviso, logró la estocada algo trasera y tras golpe de descabello despachó al ejemplar, mientras el público pidió la oreja para el novillero de la Fuente de San Esteban que le fue concedida por el usía.
En resumen, una larga, demasiado larga corrida de novillos toros, bien presentados, que da fama y medida a este pueblo de Salamanca que organiza por el centenario de su plaza una feria taurina digna de reconocimiento y aplauso y que entretuvo la tarde más que meritoriamente.
Fotos: José FERMÍN Rodríguez.
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