En el que tan solo el torero madrileño Alberto López Simón hizo y puso algo más ante sus tres enemigos de la ganadería El Pilar de Moisés Fraile que le tocaron en suerte, uno de ellos, el corrido en segundo lugar, fue aplaudido en el arrastre cuando las mulillas lo llevaron al desolladero. Los otros tres del francés Sebastián Castella, nobles, pero justos de fuerza siguieron la tónica de vulgares y de bajo interés por aquello de la raza y casta en una corrida larga como ella sola, donde sonaron nada menos que seis avisos, cuatro de ellos repartidos entre el tercer y el cuarto de la tarde. De manera que tanto Castella como López Simón alargaron en exceso sus faenas, con poca atracción para los espectadores que sin embargo pidieron trofeos con sus pañuelos para el de Getafe, sobre todo ante el que cerraba corrida al que desorejaron por partida doble.
La corrida en esta ocasión se ha ido por el pozo airón casi como la tarde, fría, lluviosa en algunos momentos, desapacible y con una entrada sin completa respuesta en los tendidos, al existir algunos claros en ellos. Casi lleno sería el mejor apelativo para la entrada. Está visto que los toros necesitan calor, sol y moscas que se dice en el argot, pues en Ledesma en su día del Corpus no han sobrado chaquetas, chubasqueros, paraguas ni prendas de abrigo.
En este mano a mano presentado en Ledesma actuó como sobresaliente Salvador Ruano y salvo los saludos de Domingo Siro por dos buenos pares de banderillas al segundo de la tarde, a José Chacón en el tercero y a Angel Rivas por su vara al «dudote«, corrido en cuarto lugar, poco más hay en el caletre para relatar. Destacar que el «sombrero» que hizo tercero fue devuelto por invalidez ostensible en una de sus manos con la rótula completamente desconcertada, siendo apuntillado desde un burladero y que el «burreño» primero, que abrió plaza, hizo añicos de un topetazo varias tablas de la barrera dando trabajo a los carpinteros para reponer las maderas.
Siempre se creía que un mano a mano significaba pasión, encuentro, divergencia, pique, esmero y emulación para disputar con el compañero la gracia de hacer mejor las cosas, conseguir desatar la pasión en los tendidos y atraer a la causa de discusión a más espectadores. Y hoy el mano a mano visto ha sido largo y poco entretenido, vulgar, anodino y con poca vistosidad salvo esporádicos momentos de la tarde. Primero por los toros de El Pilar nobles, que estuvieron justos de fuerza, luego añádase la poca entrega y cierta frialdad de Sebastián Castella tal vez más preocupado de su cita con Madrid que de extraer sus mejores esencias toreras ante la parroquia salmantina y unos chispazos de López Simón que toreó descalzo en dos de sus toros, pero sin la gracia poderosa a que nos había acostumbrado y se obtendrá el resultado que no satisfizo a casi nadie.
En fin. La corrida de esta tarde de Ledesma, preparada con toda la ilusión del mundo por José Ignacio Cascón no ha resultado lo brillante que se esperaba sino que fue larga y tediosa, con poca chicha y menos limoná de la imprescindible en este Corpus de toros ledesmino, aunque algunos subalternos silbaran, eso sí en fea acción absurda y antiestética, mendigando la oreja para sus patrones toreros.
Y mañana será otro día.
Ledesma. Corrida de la Feria del Corpus. Casi lleno.
Toros de El Pilar, bravos, nobles y justos de fuerza para Sebastián Castella, saludos, saludos tras dos avisos y una oreja y Alberto López Simón, oreja tras aviso, saludos tras dos avisos, y dos orejas.
Fotografías: José FERMÍN Rodríguez.
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