Una tarde de toros extraordinaria esta con el cartel de más tirón de la feria. Casi lleno en los tendidos y tres faenas totalmente distintas de tres toreros que muestran el porqué de su situación entre los elegidos. Y eso que el encierro de Garcigrande no fue completo en cuanto a bravura, pues los toros corridos en segundo y cuarto lugar fueron pitados en el arrastre. Incluso el «valiente», primero del lote de Manzanares fue protestado de salida por la escasez de trapío, muy terciado y de cabecita pequeña. Sin embargo sus dos hermanos, corridos en tercer y quinto lugar, aplaudidos con fuerza por el respetable. Sobre todo el melocotón «descarado» al que Roca Rey le instrumentó una faena de clavel reventón, de explosión, de sentimiento espontáneo que puso al público de pie en varios momentos de la faena, aplaudiendo con fuerza al torero peruano, quietud pasmosa, y riesgo pasivo sin inmutar la planta. El sexto que cerraba corrida, un «lancero» que manseó en algunos momentos del trasteo y que derribó al caballo que cerraba la puerta, formándose un pequeño alboroto entre la cuadrilla de Andrés Roca Rey, fue desorejado por el maestro.
Para ser precisos, creo que hoy se han visto tres faenas totalmente diferentes, construidas desde el conocimiento y la técnica (El Juli) que pese a los aplausos con que fue acogida en algunos momentos, estuvo más llena de frialdad por parte del público que por reconocimiento cariñoso. Julián López El Juli, en su cuarto toro brindado al público, pues el primero se lo brindó a Vargas Llosa, estuvo como un sensacional arquitecto,construyendo la faena con temple, mando y cadencia, hasta que el toro acabó rajándose y cantando la gallina, yendo a menos en su acometividad. Todo ello produjo que despachara al ejemplar con un pinchazo hondo y dos golpes de descabello, recibiendo un aviso. El diestro fue ovacionado y recogió los aplausos saludando desde el tercio.
José María Manzanares propuso una faena de estilo, estética y muy completa terminada con una estocada recibiendo que le valieron las dos orejas. La faena de Manzanares tuvo unos pasajes en redondo inconmensurables, llenos de plasticidad y poderío, sacudiéndose ese sambenito que le acompañaba con las protestas del segundo de la tarde, un pan sin sal. Todo el nervio y la gracia lo dejó el de Alicante para el quinto, por aquello de «no hay quinto malo», dejando dos redondos espectaculares entre las varillas del abanico de su extraordinaria faena.
Y Roca Rey, la faena explosiva, llena de recursos variados, cites, quietud, elegancia y poderío que hacen a este joven torero sencillamente deslumbrante cuando el toro se mueve. Al «descarado» lo dejó crudo en varas, apenas señaló el piquero, pidió el cambio de tercio que le fue concedido. Y la movilidad, embestida rápida del toro en una faena muy emocional que arrancó con el ¡ay! en los tendidos cuando parecía el toro le iba a arrollar, esquivándolo en el último momento, metió a todos los espectadores en la atención de su faena terminada con unas bernardinas más que ajustadas, rozando los riñones del torero que desataron el delirio del público. Una estocada entera hasta la bola, en el hoyo de las agujas, y los pañuelos tremolaron con fuerza en la plaza vallisoletana. Otra oreja cortaría en el sexto que brindó a Isabel Preysler, y donde se echó de hinojos en los primeros compases del saludo capotero. Se ve que el mando en plaza este torero peruano lo tiene pero con el grado de general.
En fin, una tarde de toros en Valladolid con tres toreros, tres; tres faenas, tres; tres bravos toros, tres; lo que da a esta Fiesta de los toros la espectacularidad que atesora cada tarde distintos colores, sabores y olores llenos de vitalidad. Hoy el personal sí que ha salido contento de la plaza, aclamando en hombros a dos diestros irrepetibles en la historia de la Tauromaquia, una «roca» y una «manzana» madura. Y todo empezó a los sones del Himno Nacional.
FICHA DE LA CORRIDA.
Plaza de Toros de Valladolid. Casi Lleno.
Tres toros de Domingo Hernández y tres de Garcigrande, cuatro de ellos bravos, aplaudidos y dos mansos y peor presentados, pitados en el arrastre
Julián López El Juli, aplausos y ovación.
José María Manzanares, ovación y dos orejas.
Roca Rey, dos orejas y oreja














Fotos: JOSÉ FERMÍN RODRÍGUEZ
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