Cada vez que alguno de los personajes más implicados en la puesta en forma de ferias y espectáculos taurinos levanta la voz para pedir más diálogo entre quienes integran este mundillo, el repelús me viene de forma espontánea más por el desagrado que la solución implica que el temor a ejercitarla.
Vamos a explicarnos poco a poco a ver si entre todos damos un poco de luz a este rito de la Tauromaquia que más vaivenes padece, menos se la riega y protege y sin embargo suele reverdecer ella sola y por sí misma.
Al terminar la feria de Nimes, que hemos podido seguir por la televisión, el empresario actual de la Plaza de Madrid Simón Casas se explaya ante los micrófonos diciendo que «es indudable que si no reaccionamos con inteligencia y cordura, todo el mundo, para dialogar con sinceridad y transparencia, para encontrar una solución, la Fiesta está en peligro. Es un espectáculo muy caro y no se puede sostener sin una economía coherente. Todos estamos en el mismo barco, y la única manera de que pueda flotar, es dialogar entre todas las partes con inteligencia, con sinceridad. Le pido a la prensa que sea también más positiva, porque cuando se puede hundir el barco del toreo, debemos apoyarlo más que nunca». Y lo hace ahora cuando las barbas del vecino ya han sido peladas y las propias no fueron puestas a remojar cuando la dureza de los tiempos acechaban a la fiesta de toros desde dentro y desde fuera. Ahora que ya ha venido el lobo y está matando a las ovejas, los pocos gritos de los «pedros del cuento» que decía una y otra vez a los pastores: «¡que viene el lobo!» produce que éstos ya ni se inmutan para remediar la situación.
La tragedia ha llegado ya al mundo taurino y lo está barriendo sin piedad: Los ganaderos han gastado los recursos de sus ahorros, si los tenían, en mantener una explotación ganadera altamente deficitaria en sí misma para dar de comer a su ganado, cuidarlo, sanearlo sanitariamente y pagando a sus empleados. Los toreros y profesionales rebajando los «cachés» de actuación por aquello de mejor poco aunque menos es nada que estar a verlas venir, mano sobre mano, sin pasarse un pitón por capotes y muletas.
Chispas de esperanza, esporádicas, como las protagonizadas por algunas Instituciones Regionales, véanse los apoyos de la Junta de Castilla y León o las de Castilla la Mancha y Andalucía a novilladas sin caballos para dar al vivero de jóvenes que quieren ser toreros la posibilidad de tocar al menos un pitón en estos días aciagos.
Unas pocas empresas de emprendedores que sienten su motivo de dedicación a esta fiesta tan singular y española son las que quedan dando la cara y el callo en estos momentos. Ellas, mercantiles de poco fuste pero de mayor decisión y compromiso, son a quienes deberían sentar en ese diálogo que ahora se pide a gritos.
Echar la responsabilidad a otro, eludiendo la propia, algo que viene dado por la manera de relacionarnos últimamente, en donde parece que otro es a quien echar la culpa de nuestros males cuando está en nosotros mismos la solución de ellos.
Verdad es que la vida nos ha cambiado a todos en hábitos, actitudes y compromisos. Y la vuelta a la normalidad parece demasiado lejana aún entre nosotros.
Por eso ahora más que nunca bueno sería remar todos en el mismo sentido y poniendo como ejemplo a esos directores de mercantiles pequeñas que están dando el callo con decisión cada día en medio de todas las dificultades.
Foto: FERMIN Rodríguez
Maria dice
Siento decir que nosotros mismos nos lo estamos cargando, yo soy fiel seguidora de los festejos taurinos, y sinceramente veo que a la hora de ayudar a los chavales siempre se ayuda a los mismos no por lo que uno vale me lo an demostrado mucho ablar en las tertulias taurinas y luego nada de nada charlas taurinas a las que yo también asisto