No nos equivocamos hace ya varios años cuando el Viti, maestro eterno, entregaba el garbanzo de oro de Fuentesaúco al mejor novillero sin caballos del año 2013 en la persona del ya torero de San Sebastián de los Reyes, Álvaro García. Aquel día, había por entre la concurrencia un niño de no más de una decena escasa de años, hermano del ganador, que me dijeron se llamaba Diego, y que daba lances al aire con una cajita de cartón y un capotillo de brega hecho al uso para las pequeñas manos de aquel niño en los momentos previos a la cena de gala.
Su padre, Blas García, un hombre envenenado de pasión y torería por una fiesta a la que ama sin tasa y sin medida, señalaba las evoluciones del niño que seguía incansable, lance tras lance. A Blas le conocí cuando trajo a su hijo a disputar el bolsín riosecano y tenía que abrir plaza y saberes en la ganadería de Valdellán con una vaca exigente y dura de las que se revolvía como lumbre aquella recordada mañana. Desde entonces acá, Blas y yo, hemos mantenido la amistad, el siempre grato recuerdo y la afabilidad del respeto y la consideración recíproca.
En aquellos momentos hubo un torero madrileño allí presente, Mariano Jiménez quien junto a su socio y compañero de empresas y gallardía toreras, Luis Miguel Rodríguez González, llegaron al conclusión de que aquel niño que toreaba con una caja y un capotillo al espectro de la nada, componía una figura y mostraba hechuras de estar tocado por la gracia que algunas personas nacen y no es otra que la de ser torero. Torero en andares, estado, situación, formas, compostura, hechura, asiento, fe y entrega. Torero siempre, torero.
Hoy Diego García va dando pasos firmes en su formación: Anda clasificado para las eliminatorias finales del Bolsín mirobrigense. También para Arnedo y su zapato de plata. Sigue paso a paso y día a día conformando, entrenando y perfeccionando una técnica adquirida, para romper al alba torera su personalidad.
Niño espigado, con cáracter, sentido, pleno de vocación y práctico, Crujido de huesos, quietud y pausa, lleva la mano izquierda a gala en su temple, parón y mando ante los novillos. Al menos eso lo está demostrando ante el público en cada una de sus comparecencias.
Hay veces que uno no puede olvidar el tiempo ni la sonrisa serena de un muchacho que quiere ser torero y lucha por ello. Y aquel día en Fuentesaúco no nos equivocamos. ¡Suerte, Diego!.
Fotografías: José FERMÍN Rodríguez
Deja una respuesta