Lo de Diego Ventura es de increíble esfuerzo, amor a la profesión y grandeza por ofrecer al público un espectáculo impresionante entre un hombre y dos animales y su conjunción vital. Ayer en Insurgentes, en la plaza México este hombre ofreció un repertorio fuera de lo normal con el broche final del indulto al jabonero toro de nombre «fantasma» que dio un juego extraordinario y fue criado por el ganadero Enrique Fraga.
Parece hasta mentira haber alcanzado esa única y magnífica conjunción del hombre con el caballo, viéndose un centauro mitológico en las rojizas arenas del coso de Insurgentes y sus evoluciones increíbles y casi circenses, salvo que siempre oscila su péndulo vital en el filo del peligro y del riesgo.
El par de banderillas con «Dólar», ese caballo al que quita Ventura la cabezada para colocar a dos manos el par de garapuyos con la bandera española es por sí solo un homenaje a muchas cosas, visual, conjuntado, armónico, espectacular…
Diego Ventura, DV en su hierro forjado, es ahora mismo el hombre a caballo sentido, significado y único, capaz de llenar una plaza de toros porque ofrece su sentimiento y su valor hecho verdad casi absoluta.
Gracias, Diego, por tantas tardes y por ofrecer en toda su grandeza el Arte de Marialba, el bello arte del rejoneo, en tus huesos, en tus nervios, músculos, sonrisa y explosión de júbilo y alegría.
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